jueves, 28 de junio de 2007

El antihéroe de Sintomático

Esta postal la tendría que haber escrito Sintomático porque él creó, o catalogó, a los antihéroes, y así se lo hice saber a Nahum, que es quien me hizo llegar las joyas que paso a exponer. Pero bueno, han pasado los días y alguien tenía que hacerlo. Para ahorrar explicaciones: antihéroes, para Sintomático, somos todos, todos los que somos capaces de meter la pata o hacer el ridículo en esta jungla vital, nos vean los demás o nos veamos a solas. O sea, todos. [Qué sensación, Dios santo, cuánto dura y regurgita el tierratrágame].

Por eso, vamos a reírnos de nosotros mismos, que no de ellos, y veamos hasta dónde somos capaces de patinar. Me encantaría que hubiera votación. Nahum y yo coincidimos en el oro, la plata y el bronce, pero no queremos influir. Va por vosotros:

CANDIDATO 1: EL ¿MASAJISTA?


CANDIDATO 2: EL ¿ESQUIADOR?


CANDIDATO 3: EL ¿CICLISTA?


CANDIDATO 4: EL ¿ATRACADOR?

Se abre la veda.



martes, 26 de junio de 2007

Barricada junto al Lar Gallego

El Drogas et al. Fotos: Ana&Paco Sancho.
Víctor Jara tenía razón: la vida es eterna en cinco minutos. En la jacetana noche de San Juan convivían, a menos de cien metros, los carrozones de Barricada (¡¡¡o-ku-pa, o-ku-pa!!!) con los jovenzuelos del Lar Gallego.

En un parque, punkis que no cumplirán los cuarenta principales movían el cachi y otras cosas ocultas bajo camisetas negras al ritmo de la gala benéfica que ofrecían Drugs & Friends by the face. Adónde hemos llegado. Y, al ladico, en otro parque, cien jubilados de la M-80 tiraban las lágrimas al son de los que soplaban las gaitas, mecidos entre la morriña y la saudade, mientras los palés de supermercado ardían en rito sanjuanero y al ritmo de Soy un gallego que viene de Lugo y traigo la gaita..., que es de lo que más le gusta a mi Berta.

¿Qué nos une? Ni idea. Pero sé lo que nos separa: al borde del parque de Barricada estaba la pasma, bien desplegada, paraporsiaca. Y junto a mis jubiladinhos estaban los bomberos para apagar el fuego, por aquello de la incontinencia.

Y entonces ocurrió lo que tenía que ocurrir: nada. Todos estábamos viviendo, incluso los de guardia. A mí me hubiera gustado juntarlos a unos y otros, qué carajo, a las prematuras de negro con los maduros de negro. Seguro que nacían romances porque embrujo, lo que se dice embrujo, habíalo en los dos escenarios.

viernes, 22 de junio de 2007

Democracia Avanzada

Abierto el plazo de matrícula.
Tipo de asignatura: Optativa y de Libre Elección para cursos superiores, o no.
Requisitos: Haber sacado notable, o menos, en FDB I (Fundamentos de Democracia Básica Uno) y en NTEMEO II (No Todo El Monte Es Orégano Dos). Créditos europeos: imaginables. Duración: ocho semestres.


PROGRAMA

1.- La mayoría absoluta.
  • El nacimiento de la corriente porquelodigoyo. Impulsores y detractores.
  • Voto del Pardillo: de pedanía a segmento social.
  • El valor del entrecomillado: "No es por mí, es por el pueblo", "Es lo que hay" y "Así ocurre en otros países", entre otros (que se detallarán al formalizar la matrícula).
  • La magia: cómo hacer en tres semanas lo que no se ha hecho en cuatro años para seguir cuatro años menos tres semanas.
2.- La mayoría relativa.
  • Choques ideológicos: cómo venderlos sólo como daños de chapa.
  • El pueblo pide cambio (porque nunca lleva suelto): la influencia subliminal de los parquímetros.
  • La justicia distributiva según Ruletav: esto patí y esto pamí.
  • La clave de los recuerdos en la conformación de las concordias; una aproximación a la importancia de haber compartido en su día el bocadillo de mortadela con el rojo en el recreo del insti.
  • La ideología, el programa, ¿son suficientes para evitar el reparto? Una tesis que puede rebatir el concepto de ¿qué y a quién carajo he votado?
3.- Siglametría.
  • ANV versus la mayoría de NMTLC. Aspectos legales versus primates.
  • ETA y el incendiario blues del bus.
  • Las probabilidades lógicas y hasta razonables de acertar una quiniela frente al natural casamiento de A+B+EA+PNV. Por qué no vale X como respuesta.
4.- Semántica Aplicada.
  • Candidato, candidata. Heredero, heredera de cándido, cándida. Por qué.
  • Diputado, diputada. Alternativas, si las hubiere.
  • Consejero, consejera. Similitudes y diferencias con el clásico, la clásica.
  • Trayectoria. De candidatos o de candidatas, de balos o de balas; estudio de su impacto o su impacta.
  • Programa. Allende la televisión, los cortipegas más efectivos para una campaña con personalidad prestada. La contribución de Google.
Ensayo final, libre: Por qué Par no se puede separar de Lamento

miércoles, 20 de junio de 2007

Navarra 2017

Una azotea de veintinada años debe estar amueblada sin miedo, con mezclas de inteligencia, locura y frescura en proporciones según Dios dé y San Pedro bendiga.

Pero no voy a insistir sobre los excelentes áticos de buena parte de la promoción del 07 porque la cosa está empezando a convertirse en mermelada y tampoco es plan. Pero lo que no puedo dejar de compartir con todos son las carcajadas que los papis del suplemento Navarra 2007 nos han regalado a los profes. Teníamos una comida pendiente, y por fin cayó ayer. De postre, un show al más genuino estilo de Isabel y Víctor donde, transportándonos al 2017, han puesto a George Lucas y a todos los creadores de superhéroes contra las cuerdas. Éste es el vídeo que nos han proyectado:



Lo que me apena es no haber podido elegir mi personaje. Sin duda, hubiera querido ser Roy Batty y soltarles a ellos, que ahora levantan el vuelo, mi versión de la escena cumbre: ”Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: hacer periodismo sin internet más allá de la Redacción…" Pero… ¿todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia? Es hora de escribir.

lunes, 18 de junio de 2007

Cine de birria

Cuando se intenta imponer el talento por talante, malo, malo. Primero fue la Ley de Igualdad, ésa en la que bajo la carrocería de un elemental derecho social –como es la no discriminación por razón de sexo– se escondía una caja de cambios donde la directa era la marcha atrás. Las alforjas para este viaje se llenaron de saldos demagógicos o, ahora que lo pienso, mejor de quincallas del Todo a Cien. Tras venga de darle vueltas, el Gobierno amaneció de repente con un eureka con rango de Ley por la que, contra la discriminación sexual, pasaba a ser obligatorio el fifty-fifty en donde proceda, sea lista electoral o Consejo de Administración. Para mí que esto fue como el aldeano que, como no conseguía subirse al burro, cogió tanta carrerilla que se cayó por el otro lado; podemos pasar de la discriminación por razón de sexo a la discriminación por razón de seso.

Ahora le toca el turno a la cultura. Para que no haya discriminación por razón de nacionalidad, lo mejor es decretar un cupo de películas españolas que debe proyectarse por cada tantas gringas, esas que llenan las salas. Aquí, los gustos del público son lo de menos, porque el público, como todo el mundo sabe, se equivoca: si se mete en Spiderman 3 es porque en los Multicines no echan El abismo interno, la obra maestra del albaceteño José Andrés Méndez, que rodó con subvención del Ministerio de Cultura para mostrar al mundo la soledad de una niña de ocho años que, durante dos horas, recoge florecillas en un campo manchego durante el verano de 1922.

El pesebre cultural español es patético: no hace falta arriesgar un duro porque la teta del Estado nutre, por ejemplo, a creadores de discos que nadie compra (y no, no es por pirateo, porque el parche en el ojo lo lleva desde hace años la SGAE con la bendición del Poder).

Y cuidadito, escritores, que vais después: el 30% de los personajes precisan de alguna discapacidad física o emocional, dentro de la imprescindible paridad entre ellos y ellas. O eso, o no hay subvención.

En fin, que el que va a tener todas las puertas abiertas será el espabilado que ruede la versión española de Siete novias para siete hermanos, esto es, Siete mozas para siete gachos porque reunirá los requisitos de nacionalidaz y de paridaz. Y a forrarse.

domingo, 17 de junio de 2007

El sargento de 1967

No, no me olvidé de su cumpleaños. Sé perfectamente que la fecha exacta de su nacimiento (o por lo menos con la que ha pasado a la Historia) fue el jueves 1 de junio de 1967. El sargento Peppers es géminis, como servidor. Y tampoco me faltaron ganas para publicar esta entrada el día de su cumple.

Lo que pasa es que tenía un compromiso conmigo mismo: los de la revista Nuestro Tiempo me habían pedido una pequeña colaboración para su número de junio, cuyo tema de portada está dedicado, precisamente, el 40 aniversario del álbum que marcó (suena a tópico pero es verdad) un antes y un después en el rock. Pero ahora, como la revista acaba de ver la luz, es cuando pego el textito que allí publico, en medio de un reportaje sensacional escrito por verdaderos especialistas.

Mi cosa la titulé 'Un día (muy especial) en la vida' y dice:
¿Cuarenta años? ¡Madre mía! Para mí que son algo menos, porque entonces yo tenía trece recién cumplidos y me suena que la banda del sargento entró en mi corazón algo más crecidito. Pero no me fío de mi memoria en lo referente a fechas. De lo que sí doy fe es de que este LP cambió mi visión del mundo musical. Desde luego, en los años 60 era difícil hacerse a tiempo con buenos discos, y gracias a los entonces habituales ‘encierros de amigos’, uno podía compartir música en casa de alguien, donde cada invitado aportaba su material. Y como este uno era pobre de solemnidad, estaba condenado a escuchar los gustos ajenos; por fortuna, sobresalían los seguidores de esta banda.

Pero el LP del SPLHCB entró, por fin, en casa. Creo que fue el primer ejemplar pop-rock de nuestra discoteca, hasta entonces surtida, sobre todo, de música clásica. La joya costó trescientas pesetas, pero si tuviera que calcular su rentabilidad por el número de veces que lo escuché, cada audición me saldría a perra chica. El salón de casa estaba presidido por un equipo hifi de última generación. Y con el poco dinero que tenía me compré unos estupendos cascos Pioneer, de esos enormes que ahora ya sólo llevan los aparcaaviones en los aeropuertos. Allí, sumergido en el sillón orejero, comenzó mi hipnosis y rendición incondicional ante la banda del sargento Pepper. Sin tener ni idea de inglés, fue mi primera lección gracias a esa contraportada inaudita con todos los textos. Allí, taponado por los enormes cascos, con el volumen a toda pastilla, comencé a desentonar (pero con mucha pasión) y a torturar a voz en grito a toda la familia al son del aired denius tudei ouboi… una y otra vez. Todavía me estremezco.

En el mismo número, mi guardaespaldas Sincopado, el verdadero experto en la cosa musical, escribe, bajo el título 'Un recuerdo en pantalones cortos' lo siguiente:
Si hay algo que odié durante mi infancia fueron los pantalones cortos y los calcetines hasta las rodillas. Mi primer recuerdo de los ‘cuatro fantásticos’ es inseparable de esta imagen. No puedo decir con exactitud cuando escuché por primera vez a los Beatles, aunque era tan pequeño que aún guardaba los dientes para el Ratoncito Pérez.

Recuerdo que los Reyes Magos, o quizás alguien por mi primera comunión, me habían regalado un walkman. Era un aparato negro, grande como un ladrillo, con tres únicos botones: play, stop y forward. Era lento y para rebobinar las cintas lo mejor era utilizar un bolígrafo y hacer girar la casete como si fuera una carraca.

Mi padre tenía grabados en un par de cintas de BASF, que aún conservo, los álbumes azul y rojo. Los escuchaba los domingos en el coche de camino a la comida familiar. Mi hermano y yo compartíamos los auriculares, aunque a mí me gustaba acaparar aquel armatoste sinfónico que devoraba pilas. Oí esos discos tantas veces que renegar de los Beatles sería como renegar de los estudios que recibí en el colegio.

Sentía pasión por Drive my car, Paperback writer y She said so, y estaba convencido de que entre sus letras había mensajes en castellano. Bendita niñez. Más tarde me adentré en el mundo del Sgt. Pepper y enloquecí con Revolver. Ese fue el punto de no retorno.

Hace unos meses que me reencontré con el mejor grupo de la historia, una especie de regreso al pueblo en el que uno pasó la infancia. He descubierto que creo en ellos como los niños en los superhéroes. Creo con fervor cada vez que escucho A Day in the life, Blackbird y Norwegian Wood, y me doy cuenta de que aun existen lugares, entre pentagramas, en los que todo es perfecto.

Si en algo coincido con Sincopado es en la pasión por A Day in the Life. Vamos con ella...



viernes, 15 de junio de 2007

El sargento de 1977

Con el uniforme de faena de brillantes galones crucé Pamplona cuando caía la tarde, desde Capitanía hasta el Conservatorio, que era mi colegio electoral. Cosas de la mili, el miércoles 15 de junio de 1977 me tocó de suboficial de guardia en el cogollo militar del Viejo Reyno. Llevaba desde la medianoche haciendo constantes rondas por los alrededores con mis aguerridos soldados (tan profesionales como servidor, un sargento imeco a la sazón) por si álguienes intentaban amargar las primeras elecciones democráticas desde vaya usted a saber.

Pero no, no pasó nada y todo fue calma chicha de noche y de día. Así que, antes de que sellaran la urna, me fui para el Conservatorio, inconsciente de mí, vestido de militar, que como todo el mundo sabe era una de las profesiones más populares. Y encima con galones. Pero la alternativa era: o lo hago así o me arrepiento para los restos por no pasar a la historia con mi primera papeleta. Y desde entonces, si la memoria no me falla, no he faltado a una sola cita.

El arriesgado tour me proporcionó dos éxtasis: primero, el esperado placer de votar; segundo, el inesperado de ver cómo se me cuadraban y saludaban (bien a su pesar) los dos maduros polis de guardia en la puerta. [“P… crío sargento”, me pareció que pensaban].

Volví a terminar la guardia y los placeres se volatilizaron. Como explicaba el Manual del Buen Sargento (Editorial Forzo SA), había tres momentos en los que debía formar a la guardia: al izar y arriar bandera, y cuando el gran jefe coronel con mando en plaza entrara o saliera del edificio. Bueno, pues… me coincidió que tenía a mis soldadicos con presenten armas en lo del arriar, cuando al coronel se le ocurrió volver de chatear (de paisano, que él sí se podía cambiar). ¿Qué hice? Pues, con la guardia formada y el cornetín dándole, hacer como que no lo veía; aceleré la ceremonia, di el rompan filas a toda leche, los metí al cuartel y los volví a sacar al galope, los formé y le di las novedades al jefe. El problema fue que, cuando estaba en ésas, mis chicos no pudieron contener la carcajada hasta entonces reprimida y aquello se convirtió en una escena digna de salir en alguna peli de los Marx. Menos mal que el jefe venía contentico y hasta me pareció que esbozaba una sonrisa.

O sea, como para olvidarme del 15-J. Hala, ya lo he contado.

miércoles, 13 de junio de 2007

El Príncipe Zimmerman

Mi padre decía: "A mi edad, los homenajes ya ni me molestan".

Hoy hay un reconocimiento al trovador que ayudó a ( por lo menos) mi generación a saber que las respuestas están en el viento o en el interior de cada cual. Seguro que no le gusta el premio pero me importa un bledo; con que no le moleste... Es el Príncipe de Asturias, pero con armónica.

Tengo la necesidad imperiosa de escuchar la canción que más me marcó, que más me ayudó. Para mí es la historia del huracán que nunca debería dejar de soplar. La letra, para quien no la conozca, es una parte esencial para entender lo que digo cuando hablo de trovador. Aquí viene la historia:

martes, 12 de junio de 2007

Señalar con el dedo

De colegial tuve asignatura de Urbanidad (Conjunto de reglas a que debemos ajustar nuestras acciones para hacer amable nuestro trato en la sociedad), que luego la quitaron por franquista. Con la democracia ya no era necesaria porque todo el mundo sabía que hay que ceder el asiento a una persona más precaria, que las cuadrillas no deben taponar las aceras, que antes de entrar hay que dejar salir, que se cede el paso por cortesía, que siempre hay que dar las gracias por el más mínimo de los servicios o atenciones, que las conversaciones en lugares públicos se deben mantener en tono razonable y, llegado el caso, sin tacos.

De todas formas, había una regla para mí controvertida: decía que era de mala educación señalar. Hombre, relativo. Se entiende que se refería a lanzar a lo Colón el dedo índice contra una persona tullida por la calle. Pero si, por ejemplo, eras el detective Gila que descubría a Jack El Destripador en una pensión londinense, no parece certero acosarle con indirectas (”alguien ha matado a alguien… alguien es un asesino”) porque otro ‘alguien’ del pasillo, inocente, podría darse por aludido y provocarle una zozobra (hoy, desequilibrio emocional). Y eso no es de buena educación. Ni justo.

A veces, no señalar es eso: injusto. Porque eleva una acusación particular a la categoría de sospecha colectiva. Y es lo que ha hecho hoy la fiscal Olga Sánchez, que ha aprovechado el relato del informe final del Ministerio Fiscal en el juicio del 11-M para lanzar contra los periodistas ataques genéricos, inquietantes, fuera de lugar, al referirse sin especificar a “personas que pudieron aprobar la carrera de periodismo pero que no tienen la altura y grandeza para desempeñar esta profesión”. Toma juicio.

Ya estamos con el “alguien ha matado a alguien”. Primero, sabemos a quiénes se refiere pero esconde la mano; segundo, aprovecha una tribuna impropia para psicoanalizarse (dice que ha sufrido mucho); tercero, suena a abuso de poder por hacerlo fuera del tiesto (bien por el juez Gómez Bermúdez que le ha cortado las ganas); cuarto, se supone que ella debería ser la primera en saber adónde acudir si tiene pruebas (o indicios, aunque sea) de mala fe (tipificada, claro) por parte de alguien con nombres y apellidos.

Y claro que sé a quiénes se refiere, todos sabemos quiénes son los acólitos mediáticos que han mareado la perdiz política sobre los autores de la masacre a base de Historias de Misterio e Imaginación. Pero eso lo decimos echando la caña en la tasca, no cuando estamos elevando a definitivas nuestras conclusiones provisionales ante el tribunal que juzga la mayor barbaridad ocurrida en España. Si la fiscal tiene tanto respeto por las víctimas, como dice, que actúe como sabe contra quien sabe y donde debe, pero no fumigando a granel desde una tribuna que sabe multimillonaria en audiencia, esparciendo la sombra de la duda sobre toda la nube de periodistas que están trabajando como ella. Y si lo que le pica es una simple libertad de expresión que no constituye delito, que se calle. A mí también me molesta, y mucho, pero me aguanto. O he llorado de rabia, pero en mi casa.

domingo, 10 de junio de 2007

Sin Paula pero con Prisa

Nada más terminar Periodismo, en el 2000, salió escopeteada para Madrid. Natural. Cuando yo estaba terminando la carrera también conté los días que me separaban del título de periodista, pasaporte en regla para levantar el vuelo del domicilio familiar.

Lo que pasa es que yo me iba de Pamplona a dar un cierto periplo personal y profesional, con la intención de regresar tarde o temprano a esta ciudad (y fue tarde, pardiez: veinte años después). Pero Paula como que no: una sobredosis de la capital, ya se sabe, provoca o grandes amores o profundos odios, y a ella le enganchó bien enganchada. Comenzó la profesión en una de tantas empresas que esos años nacieron en busca de El Dorado Internet. Un año después, en pleno pinchazo de las puntocom, se estrenó en el periodismo impreso, en un grupo dedicado a la realización de revistas corporativas.

Otro añico ahí, y de vuelta al mundo de los nuevos medios, esta vez de la telefonía, donde lleva casi cinco años dando e ideando contenidos para los móviles, esos aparatejos que han pasado de exóticos a imprescindibles en un plisplás. Recuerdo, por ejemplo, que cuando en 1995 y por razones de mi cargo me obligaron a llevar uno encima (un motorola zapatófono que pesaba más que un tanque a pedales), Paula pasaba vergüenza de servidor y me obligaba a llevarlo escondido y a hablar a escondidas. Y fíjate ahora: se siente triste si su última creación para este mercado recibe por debajo del medio millón de peticiones. Doce años no es nada.

Paula se ha convertido, casi sin querer, en una de las mayores expertas en contenidos y servicios para la telefonía móvil de este país. Y esto no lo digo arrastrado por la baba de orgulloso padre (que también), sino porque el mercado profesional, que no tiene un pelo de tonto, lo sabe.

Hace medio año, el director general de Contenidos de Prisacom, Mario Tascón, nos visitaba en la Facultad y ya lo anunciaba ante los alumnos de 3º y 4º de Periodismo: los cibermedios en general y los suyos en particular vuelven a entrar en periodo de bonanza y expansión, con cimientos mucho más arraigados que los que los sustentó en el espejismo de principios de la década. Por ello, anunciaba, Prisacom abría la veda y se lanzaba a la caza de periodistas talentosos.

Y, al poco tiempo, pude comprobar en propia carne que las palabras de Mario iban en serio: hace unos tres meses empezó a cortejar (profesionalmente, eh) a Paula. Tras varios encuentros de tomaydaca protocolarios, esta semana firmaban el acuerdo por el que mi bombón se incorporará este verano a esa magnífica casa como jefa de Contenidos para móviles (creo que el nombre exacto es jefe de Movilidad, pero no me gusta un pelo porque suena a fisioterapeuta…).

Así que Prisa gana una grandísima profesional, mientras nosotros comenzamos a digerir que va a ser difícil su regreso al nido. Esta periodista inicia, ahora, una brillante etapa que intuyo, snif, definitiva y sin retorno. De entrada, ella ya no es la hija de Paco Sancho; ahora soy yo el padre de Paula Sancho. Qué pasa.

jueves, 7 de junio de 2007

El País en movimiento

Hace ahora casi tres años, cuando aún era presidente de la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE), el primer director de El País y actual consejero delegado del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, decía: «El periódico tiene futuro, juega un papel muy importante en la conformación de la opinión pública en las democracias, pero necesita replantearse empresarialmente desde muchos puntos de vista». ¿Por qué lo decía ante sus colegas editores? Está claro: porque internet ya era entonces, y mucho antes, una realidad como medio de comunicación que tocaba la línea de flotación de los diarios tradicionales.

Personalmente, lo que me chocó de aquella reflexión es que viniera del mandamás del principal periódico español (hablo de ventas) caracterizado, qué curioso, por su rigidez almidonada a lo largo de sus ahora 31 años de vida. Porque, si lo veía tan claro, ¿por qué no se ponía manos a la obra, él que podía hacer lo que le diera la gana? No juego a empresario, ni mucho menos a estratega, pero presumo de llevar años en el coro de los que le dice al papel 'que viene el lobo'. Y ellos, los editores, los amos del montoncito de oro, llevan esos mismos años chocándose entre sí por las esquinas de su propia casa al ritmo del pegadizo himno histérico que lleva por título Que alguien haga algo mientras nadie hace nada. Y así dale que te pego… hasta hoy.

Cebrián ha anunciado que ya se están moviendo. En otoño, novedades. Habla de un rediseño de El País pero, ojalá, esté maquillando lo que quiero creer va a ser una refundación, un nuevo concepto de periódico. Yo así lo creo por lo que entreleo en sus palabras. Y me fío más del vídeo, en el que lo dice a las claras; ese rediseño será “…para hacer un periódico del siglo XXI, porque El País todavía es del siglo XX”. (No puedo evitar acordarme, en ese preciso momento, de que uno de los canguelos de EP es el alcance que le está dando, broncas ojotaderas aparte, su principal competidor, El Mundo, cuya cabecera completa es ‘El Mundo del siglo XXI’).

Otoño caliente en la profesión, en el escenario de medios. Qué gozada. Saldrá ‘Público’, el diario que quiere adelantar a EP por la izquierda para intentar comerle el pesebre; nacerán diarios digitales a tutiplén; se reformarán (¿por fin? ¡ojalá!) papeles amuermados no en el XX sino en el XIX; y se devolverá, en suma, el protagonismo al mensaje y no al medio. Buenos tiempos para la profesión, buenos tiempos para los profesionales que no están hibernando. [Y sí, de acuerdo: todo esto se moverá por culpa del Poderoso Caballero; ¿pero cuándo no?].

martes, 5 de junio de 2007

Flema británica

La acepción de flema, para referirse a los británicos, se supone que es la tercera de la RAE (calma excesiva, impasibilidad) pero, a la vista de lo que va a hacer mañana miércoles su Channel4, que es emitir un programa inédito con las imágenes de la princesa Diana moribunda tras el accidente que va para diez años, creo que le cuadra mejor la primera acepción: mucosidad pegajosa que se arroja por la boca. En román paladino: lapo, escupitajo, asquerosidad, mocoverde, esputo, salivazo, gargajo, pollo.

Al programa de la infamia lo titulan, toma ya, ‘Los testigos en el túnel’, como para darle una pincelada (de brocha gorda) de periodismo de investigación, de novedad, de descubrimiento. Los hijos de la víctima han movido todo para que no se emita, alegando “una flagrante falta de respeto”. Y nada. Sectores británicos (de los de la tercera acepción) han puesto el grito en el cielo ante semejante irresponsabilidad. Y nada. La policía ya investigó y los tribunales dictaron que fue un accidente, pero nada. En aras de un presunto “interés público”, el director de la cadena, Julian Bellamy, ya ha decidido que mañana emitirán semejante porquería. Lady Di era/es famosa, qué carajo, y eso vende.

Esta sociedad está enferma, de narices, si pretende seguir aceptando como asunto de interés público lo que no pasa de ser un asqueroso despertador de morbos que lo único que busca es la pasta, los índices de audiencia. La televisión se pudre por todo el mundo a base de comer como buitres. Pero la carroña son ellos, no sus víctimas.

¿La sociedad británica será mañana más libre y estará mejor informada gracias a una televisión que les habrá mostrado a una persona agonizando? ¿Ni la intimidad se respeta en el momento más trascendental del ser humano? Solo me queda desear que la señora madre, la esposa y las hijas del tal Bellamy no sean famosas, gocen de buena salud y que, por si acaso, cuando les llegue su momento se encuentren pero que muy lejos de su Julian querido y de sus cámaras.

lunes, 4 de junio de 2007

Proyectos y realidades

Junio es tiempo de mudanzas en mi fcom. El jueves acabaron las clases, el viernes les tocó hacer el previo a los que están por venir y hoy hemos tenido la sesión maratoniana de presentación de Proyectos Periodísticos fin de carrera. Ahora quedan los exámenes.

Lo de los proyectos tiene su aquél. Quiero decir que en aquel tiempo se imponían los diarios, los periódicos de pago: pensar en uno nuevo, o repensar alguno de los existentes, era lo suyo. Pero, desde hace unos cuantos pocos años, la cosa de la comunicación ha puesto el intermitente: adiós al papel de pago y hola a los, por ejemplo, diarios gratuitos en general y a los temáticos en particular, esos que apuntan con teleobjetivo y no a cañonazos, hala. Y las revistas. Y, claro, internet: medios digitales.

Hoy nos hemos metido una sobredosis de imaginación escuchando las exposiciones que los nueve grupos de Cuarto han hecho de sus proyectos: predominio de los que buscan a los viajeros como público, tanto si van en tren como en autobús o esperan en la estación o se piran a los Pirineos o se dan un cuartelillo unos días en una casa rural. Uf. Viajar… y leer.

De los interneteros me ha tocado este año tutelar a una cuadrilla sorprendente, empeñada en hacer una web interesante para los estudiantes universitarios de Pamplona, que son tropecientos mil por aquello de tener tres universidades (pública, privada y a distancia). La cosa se llama quintaconvocatoria.com, que tiene bemoles el nombre, y les ha quedado pero que muy bien, o sea que os invito a visitarla. Estoy contento porque aquí hay madera para cibercomunicar. El equipo, al que os presento, ha estado además muy brillante en la presentación en sociedad de su hijito, con su capitán, Víctor Meneses, al frente (el periodismo gana un gran profesional, pero el Club de la Comedia no sabe lo que se pierde).

En fin, que como ya escribí en su día, muy buena la cosecha del 07. Otra vez enhorabuena a todos mis nuevos colegas. Y mañana, si Dios quiere, no os hablaré de Proyectos Periodísticos sino de algunas Realidades Periodísticas que llevan mi sangre y también son PS.