Mostrando entradas con la etiqueta amigos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta amigos. Mostrar todas las entradas

jueves, 5 de agosto de 2010

Un gran seminario en Caracas

Conocí a Carmen Riera hace ahora diez años, cuando andábamos por Caracas echando una mano en los periódicos de la Cadena Capriles y ella fue fichada para hacerse cargo del área gráfica de Últimas Noticias y El Mundo, cabeceras a las que luego les nacería un hermanito deportivo, Líder. Carmen es una de las miles de causas por las que me enamoré de Venezuela ya en mi primer viaje y donde intuyo que pasé una vida anterior, porque si no no entiendo cómo es posible querer tanto a un país.

En esta década he tenido la fortuna de verme bastante a menudo con Carmen, bien porque yo iba hasta su casa o porque ella venía a la mía, a los congresos organizados por la SND (Malofiej, ÑH) en Pamplona, Zaragoza y Barcelona, amén, claro, del constante contacto gracias a esto de internet. Carmen tiene muchas, muchísimas virtudes, pero para no ponerla colorada destacaré solo tres: que le acompaña un gran talento, que tiene una capacidad de trabajo increíble y que se está riendo todo el santo día.

Imagino que animada por los congresos a los que asistía en Europa y América, Carmen se lio la manta a la cabeza en forma de Cadena Capriles y desde 2007 organiza en Caracas y para todos los periodistas venezolanos el Seminario Diseño de la Información, al que este año, en su cuarta edición, mi amiga me invitó como ponente y sobre la que ya dejé algo escrito aquí.

:: EL FACTOR HUMANO

Y de lo que allí hablamos durante dos intensos días poco voy a decir, porque ya hay excelente información en la página web del Seminario, donde se puede consultar desde el completo programa que cumplimos hasta los resúmenes de todas y cada una de las ponencias. Me quiero centrar en el contacto humano, porque fue increíble el poder compartir conocimientos con un variopinto auditorio cercano a las cuatrocientas almas entre estudiantes y profesores de Comunicación y periodistas de prensa, radio, televisión e internet de todo el país.


De pie: Miguel Ángel Capriles, Mauricio González Venegas, Diego Méndez, Toni Piqué, Paco Sancho, Andrea Hoare, María Eugenia Arias y Gabi Schmidt. Agachados: Nathalie Alvaray, Carmen Riera, Gonzalo Jiménez, Claudio Napolitano, Christian Espinosa y Chiqui Esteban.

Además, junto a Carmen pude volver a reunirme con viejos y buenos amigos de la Cadena, con Miguel Ángel Capriles a la cabeza, y con profesionales como la copa de un pino y con los que en distintas etapas he trabajado codo con codo. No quiero dejarme a nadie pero necesito citar a la gesticulante Nathalie Alvaray, metida ahora en todo el proceso de integración de redacciones, y que es tan buena amiga como fiera ejecutiva; al incombustible Erys Alvarado, capaz de hacer cuatro cosas a la vez y todas bien; y, por supuesto, a mi Hilda Carmona, un ejemplo de trabajo y creatividad periodística en estado puro.

Estos congresos, además, sirven para volver a ver a colegas amigos, desvirtualizar a otros y conocer a algunos, tan buenos, que uno se pregunta por qué no sabía nada de ellos. Entre los primeros estaban Toni Piqué y Chiqui Esteban, con quienes formé el trío de los españolitos, y Christian Espinosa, el amigo ecuatoriano que más sabe de telefonía móvil al servicio del periodista. Desvirtualicé a la gran Gabi Schmidt, diseñadora mexicana a la que llevo tiempo siguiendo su trabajo, a Diego Méndez, un muy buen diseñador de Puerto Rico, a Mauricio González Venegas, cabeza visible de un enorme equipo de periodistas del colombiano El País que está ganando, con justicia, todos los premios con su Reportaje 360 (por favor, échenle un vistazo), y a Luis Carlos Díez, el rey de las redes sociales en Venezuela. Y, en el capítulo de primeros encuentros, conocí a Gonzalo Jiménez, de la Cadena Capriles, a las académicas María Eugenia Arias y Andrea Hoare y, del mundo de la publicidad, al fotógrafo Claudio Napolitano y a la ejecutiva María Elena Días Teixeira.

:: EL FACTOR PROFESIONAL

Ya llevo rato haciendo mantequilla, pero es lo que hay, la pura realidad: profesionales excelentes que nos abrieron los ojos pero, sobre todo, las mentes. Fue curioso el comprobar que, sin estar en absoluto de acuerdo, todos terminamos insistiendo y resaltando cuestiones imprescindibles y globales para el ejercicio profesional y que van mucho más allá del diseño de la información o, mejor dicho, de los aspectos estéticos del diseño de la información. Con ejemplos, con discursos, de cualquier forma todos coincidimos en la primacía de la formación intelectual sobre la técnica, el trabajo en equipo, el empeño por aprender, la constancia y un puñado de cuestiones tan interesantes que les invito a que las lean todas y cada una en la web del Seminario a la que ya he dejado enlace.

Un placer y un honor formar parte ya del SDI. A Carmen, mi reinamora, y a todo su equipo, un millón de gracias por su organización. Mejor, imposible.

lunes, 10 de mayo de 2010

Pedro I el Gallardo


Pedro Lozano Bartolozzi no necesita ser conde ni marqués ni mucho menos ir precedido de un don para provocar mi respeto. A Pedro le tuteo porque le reverencio. Y le venero desde aquel invierno de la Pamplona universitaria en blanco y negro cuando le conocí y me enseñó relaciones internacionales, que a la postre son relaciones personales. Yo creo que Pedro nació profesor, pero no estoy seguro, así que no lo publicaré, porque a la vez tengo mis dudas sobre si fue antes profesor o periodista, alma o carne.

Pedro Lozano Bartolozzi, que siempre se hizo tarjetas divertidas (o sea, inteligentes), se presentaba como ingeniero de noticias, creo. Pero qué más da. En esos años de b/n era el delegado en Pamplona de La Gaceta del Norte, que mira por dónde terminaría siendo mi diario, y a la vez enseñaba lo mucho que sabía en esta Universidad de Navarra donde años después la Pamplona ya en color nos ha vuelto a juntar.

Cuenta la leyenda (se non è vero, è ben trovato) que Pedro tenía dos chaquetas, dos paquetes de Ducados y dos cajas de cerillas. En su mesa de Redacción de la plaza Príncipe de Viana dejaba una americana colgada en la silla, una cajetilla y unos mixtos al lado de su Olivetti y se bajaba a la uni a enseñar. El caso es que si alguien preguntaba por él la respuesta, después de mirar a su mesa, era invariablemente: "No sé, pero debe andar por aquí".

Años más tarde, ya licenciado (servidor) volví a coincidir con él en la sede central de La Gaceta en Bilbao. Y una tarde que se bajó a tomar café con alguien volvió cabreao, y contó sus razones: había quedado con una fuente que le iba a contar algo y, como no se conocían, se describieron; Pedro le dijo que entraría en la cafetería con un clavel en la solapa y un ejemplar de El Quijote bajo el brazo; su fuente le dijo que iba de azul marino, con gafas de concha, pañuelo en el bolsillo de la chaqueta y cuatro revistas de actualidad bajo el brazo. "¿Y os encontrasteis?" "Sí." "Entonces, ¿por qué estás mosqueao?" "Porque el tío era negro, lo podía haber dicho".

Desde la izquierda, un catedrático de teorías cósmicas, el receptor de futuras promociones que mola, el chambelán del conde, la guardiana de la finca, el conde propiamente dicho y el embajador del entorno. Foto: Manuel Castells.

Ahora, por lo visto, Pedro ha cumplido algo que no entiendo y va y se retira, después de haber ayudado a fermentar a cuarenta promociones de periodistas, pero dejando a los que vengan al pairo. Y uno, dentro de esa inmadurez que ni siquiera profesores como Pedro consiguió macerar, no puede entender que un sabio como él se jubile. Claro que mucho me temo, y celebro, que le seguiré viendo y gozando. Porque lo que hoy nos ha regalado no ha sido una lección magistral, sino una lección más, una de las suyas. Y para eso hay que tener un don.

lunes, 5 de abril de 2010

La rompida de Calanda 2010

Finde con la Sinde. Viernes Santo Sinde jar de hacer sol. Calanda, a reventar, pero Sinde salojos. Y por ahí andaba servidor Sinde masiadas preocupaciones con Lejana, Paularchu y Arvaces, Sinde smerecer a los otros muchos miles que, como nosotros, tocaron tambores y bombos Sinde smayo.



[Para quienes pueden estar interesados, hace ahora dos tres años que escribí en este mismo rincón una breve historia de los tambores de Calanda].

martes, 2 de marzo de 2010

Cobardes punto com


A un muy buen amigo mío le han dado hasta en el carné de identidad por salir a defender, dando la cara, a un muy buen amigo suyo al que le acababa de dar hasta hartar un púgil sin rival, desde su identificado blog. O sea, nada que objetar. Hasta aquí defiendo a muerte al autor del comentario y al comentador del comentario. Sé perfectamente quiénes son y también sé a qué nos exponemos los que tenemos los torrelodones de tener un blog para mostrar nuestras vergüenzas en público... y a lo que nos exponemos. Y si no tenemos blog, qué más da: mostramos una identidad pública, universal y reconocible en cualquier red social y sin vergüenza.

Lo que pasa es que lo que siguió al comentario de mi amigo se fue convirtiendo en un tentempié de media tarde para gente de color (y que antes podíamos denominar como merienda de negros sin que nadie se ofendiera), toda vez que los comentarios anónimos al comentario de mi amigo, identificado, eran para ponerlo a los pies de los caballos, mezclando churras con merinas, acudiendo a los tópicos de la señorita pepis, cargados de sofismas, incultura, proclamas y viva cartagena. El surrealista caso llegó al extremo de que mi amigo iba contestando, con tanta educación como cultura y temple, a los anónimos que le llovían, y los anónimos necesitaban identificarse ("soy el anónimo 3") para que supiéramos por dónde iba la ¿conversación? Era obvio que los comentadores anónimos eran/son hinchas del autor del blog, como debe ser. Pero se acabó la conversación. Mi muy buen amigo se retiró, e hizo muy bien, del asunto, y dejó que los ultras embozados siguieran haciendo la ola y cantando victoria.

El anónimo de internet me da pena porque sigue ocultando su pensamiento tras una máscara, y en esto el mundo digital no ha logrado ninguna evolución. Los cobardes, los inseguros, los débiles, los desarmados mentales se siguen atrincherando en el anonimato para proteger su insostenible fragilidad como terapia personal y, a lo peor, cuando se encuentren ellos en grupo se aplaudan y digan "yo soy el anónimo quince, ya sabes, qué fuerte lo que le dije y que se joda".

El otro anónimo típico no es el quince, sino el que se registra bajo una cuenta con nombre Dudua88 o FlipoColega y así tener pasaporte, sin más datos, para ofender, insultar, cuestionar, fastidiar a los hacedores. Y cuando los hacedores los suprimen o los bloquean, estos imbéciles apelan a la libertad de expresión y censuran la censura en aras de esa expresión libre.

Pero si no eres capaz de dar la cara, no tienes nombre. Y si yo permitiera los comentarios anónimos, o camuflados, en mi blog y resto de redes sociales, estaría haciéndome cómplice del cobarde. Dime lo que quieras, pero primero dime quién eres.

A Noé le vas a hablar de agua, tú.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

lunes, 16 de marzo de 2009

Los cínicos están por doquier

Hay un profesor de Periodismo de esos que fue cocinero antes que fraile, y eso que esto no lo es, técnicamente hablando, aunque le acompaña un look de prior con hábitos que tira para atrás. Padre, sí. El cocinero en cuestión se doró en Redacciones de Olivetti, a golpe de tecla, y supo pluriemplearse sin aspavientos: sencillamente, tenía dos chaquetas, dos paquetes de tabaco y dos mecheros. Llegaba a la Redacción, dejaba una de las americanas en el respaldo de su silla, un paquete de Ducados y un Bic sobre la mesa, un folio con ocho líneas escritas en el carro de su máquina y se iba a la Universidad a dar clase. Cuando en el periódico alguien preguntaba por él, algún vecino miraba el puesto vacío pero decorado y decía: "No sé, debe andar por aquí", mientras él, con la otra chaqueta y el otro tabaco enseñaba el oficio a los futuros.

Lo que enseñaba a los futuros, por ejemplo, era que el periodismo no es para cínicos y sabía de lo que hablaba. Un día de los setenta, en su jornada de periodista, quedó en una céntrica cafetería con una fuente que le iba a dar las pruebas irrefutables de algo. No se conocían y se sintonizaron para reconocerse. Mi profesor y colega le describió cómo era, cómo iba vestido y, para salir de dudas, le dijo que llevaría un ejemplar de La Odisea que tenía sobre la mesa. Su fuente le contestó que él medía 1,75, llevaba un traje azul marino, camisa blanca y corbata granate, un anillo-sello de oro en el anular derecho y varios periódicos del día bajo el brazo.

Mi profesor y colega volvió a la Redacción cabizbajo, vencido. Su fuente le había plantado. Lo más próximo que había visto en la cafetería era a un tipo como de 1,75, vestido de azul y con camisa blanca y corbata granate y anillo anular y periódicos bajo el brazo, pero era negro.

lunes, 9 de marzo de 2009

Paco Go

Tardé varios años en saber que Paco Go (pacogó, de corrido) era en realidad don Francisco Gómez Antón. Fue cuando me matriculé en la Facultad, donde todo era don Francisco por aquí y don Francisco por allá. Hasta entonces, don Francisco era para mí Paco Go, al que conocía desde que a mis ocho años llegué a Pamplona en el equipaje de mi padre, que se estrenaba como catedrático de Derecho Civil en la jovencita Universidad de Navarra. En aquellos comienzos, Paco Go era uno más de la pandilla de profes que periódicamente se reunían para cenar en casa de alguno. Cuando era en la mía, los hermanos saludábamos a los invitados y compartíamos aperitivo hasta que la madre tocaba retreta. En sanfermines íbamos con Paco Go y compañía a las barracas, y a por chocolate con churros, porque siempre tenían cinco duros. Eran más tíos que amigos.

Paco Go vivía en un piso con otros profes, y a mi madre le preocupaba lo delgados que los veía. "Al cocido –les decía– echadle un hueso de jamón, que además de alimentar le da un sabor muy rico". Y al cabo de dos semanas mi madre se interesaba por el cocido y Paco Go le decía, con total sinceridad: "Las dos o tres primeras veces bien, pero a la cuarta el hueso ya no sabía a nada".

Camino del periodismo me lo topé creo que en tercero, o en cuarto, como profesor de Instituciones Políticas. Santo Dios lo que sabía de bloques, de oriente y occidente, de guerras frías y de muros. A mí me costaba llamarle don Francisco porque era Paco, Paco Go, desde que yo tenía uso de razón. Pero bueno, era lo de menos porque sus clases eran pura delicia. Qué forma de enseñar, qué forma de hipnotizarnos. Hasta nos enfadaba que el recordado bedel Eugenio interrumpiera al maestro al abrir la puerta y soltar el consabido "don Francisco, la hora". En aquella enorme aula del Edificio Central, de tarima kilométrica, don Francisco se movía sin parar. Para escenificar el eje que separaba al norte del sur agarraba una tiza y se ponía a dibujar una laaarga línea sobre la pizarra caminando de espaldas... y todos nos mordíamos las uñas porque la tarima se acababa y el profesor no se detenía en su afán por remarcar la división entre pobres y ricos. Pero nunca se cayó. Como mucho, un tristrás en el último milímetro. Qué arte.

Después, cuando muchos años más tarde regresé a Pamplona y tuve la inmensa fortuna de ser su vecino de despacho, la carcajada me acompañó a su vera hasta que, hace poco pero mucho, se fue a vivir a México. Paco Go es, sobre todo, el optimismo y el buen humor en cadena perpetua. Creo que no he conocido a nadie al que le haya hecho repetir una y mil veces las mismas anécdotas, siempre las mismas, siempre distintas. Me da que a veces me intentaba esquivar, pero sin éxito. Yo lo emboscaba, lo enganchaba del brazo y le decía: "Paco, cuéntame lo del chino" y él, bendito, no solo lo recordaba sino que me escenificaba la llamada remota desde la estación de Renfe a una Universidad de Navarra neonata informando: "Buenas noches, soy el jefe de la estación del norte. Que aquí ha llegado un chino que debe ser de ustedes". Y sin soltarle del brazo le seguía acosando: "Ahora, lo del notario". Y él, qué remedio, me volvía a narrar hasta dolerme la tripa el caso del notario jubilado, dueño de una de las mejores casas del centro de Pamplona, que en los años sesenta bajaba todos los mediodías para tomar el aperitivo en el Café Iruña, luego almorzar en Las Pocholas, tomarse un completo en el Casino jugando una partida de cartas, antes de sumergirse de tapeo por Estafeta y cenar en el Señorío de Sarría. Y así un día y otro. Hasta que una noche, ya de recogida, el portero de su casa no se aguantó y le soltó, con el debido respeto: "Desde luego, don Fulano, cuando usted muera no podrá decirse que ha pasado a mejor vida...".

La batería de historias que encierra Paco en su interior es inagotable. Una muestra, solo una pequeña muestra, nos la regaló en su libro 'Desmemorias' (Eunsa, 2002), pero doy fe que sus 248 páginas son solo la punta del iceberg. Ahora, mi amigo Paco, mi maestro don Francisco, que tanto monta, ha sido distinguido con la Gran Encomienda de Isabel la Católica por su impagable labor, a lo largo de muchos años, de acercamiento de España con nuestros hermanos ultramarinos. Paco fue no solo el director sino el alma máter del Programa de Graduados Latinoamericanos, un programa que durante dieciocho años propició que profesionales americanos realizaran un curso de posgrado en Pamplona. Y, desde entonces, desde 1972, Paco es tan querido en aquel continente que hasta dan celos. Pero contraataco y digo: pues yo le conocí mucho antes que vosotros. O sea, que llevo más tiempo queriéndole.

domingo, 15 de febrero de 2009

Tal vez algún día lo consigáis

¿Aprueba usted la enmienda de los artículos 160, 162, 174, 192 y 230 de la Constitución de la República tramitada por la Asamblea Nacional que amplía los derechos políticos del pueblo con el fin de permitir que cualquier ciudadano o ciudadana, en ejercicio de un cargo de elección popular, pueda ser sujeto de postulación como candidato o candidata para el mismo cargo por el tiempo establecido constitucionalmente dependiendo su posible elección exclusivamente del voto popular?
A esta enrevesada pregunta ha tenido que decir sí o no –con su huella digital y cierta humillación– mi amiga Adlemy para decidir si su futuro, y el de su hijo, y el de todos, y el mío, pasa por que Hugo Chávez prostituya le ley para eternizarse en el poder. Adlemy tiene miedo porque es venezolana de pura cepa, tan grandota y tan negra que da gusto. A Adlemy su gobierno no le arregla nada, pero cada poco tiene que ir a las urnas, como hoy, para volver a decirle a Chávez que no quiere que siga manipulando su vida. Pero a lo peor le ha dicho que sí porque ni siquiera sabe qué ha contestado, a la postre: no sabía si el sí era para que siga o el no el no era para que se quede.

Hay fariseísmo internacional con Venezuela porque saben, tanto como yo, que Adlemy y sus millones de compatriotas están atrapados por un visionario que en su día quiso dar un golpe de Estado y hoy se perpetúa en el poder con las herramientas de la democracia en la que no cree. Pero no es dictador. Es presidente electo por un pueblo atrapado en su riqueza. Si Venezuela no fuera rica, el Europarlamento no hubiera malgastado nuestro dinero enviando a sus presuntos observadores. Si Venezuela no fuera rica, Adlemy sería pobre y estaría triste... exactamente como lo está hoy. Y Luis Herrero no habría salido en los periódicos porque nunca habría ido a un país que a Europa le importaría un rábano, si no fuera por sus pozos. Pero él ahora está en primera plana, como un héroe de las incertidumbres personales, mientras Adlemy dudará mañana, como hace cada mañana desde hace mucho, si manda a su Jonás a la escuela descalzo o con playeras: si se arriesga a que enferme o a que lo atraquen.

martes, 30 de diciembre de 2008

Un paseo fotográfico por Jaca

El sábado 20 de diciembre, un grupo de extraños amigos gracias a Flickr nos juntamos al atardecer en la siempre acogedora frialdad de Jaca para participar, por qué no, en el I Photowalk Nacional OjoDigital. Al administrador del grupo se le había ocurrido convocarnos y para allí que fuimos dispuestos a darlo todo. Un variopinto grupo de seres congelados y de cualquier edad recorrimos la ciudad dispuestos a conseguir la mejor foto que reflejara la iluminación navideña. Mucho frío y pocas nueces. Pero lo pasamos bien y yo, que disparé poco y sin tirar a dar, me comprometí a crear el álbum de recuerdo de una tarde pasada por Jaca. Y aquí está.

martes, 23 de diciembre de 2008

domingo, 5 de octubre de 2008

El amigo desconcertante

Si todos los amigos son imprescindibles, que lo son, el desconcertante es fundamental. En la baraja de amigos cada uno vale para determinadas manos, pero el amigo desconcertante es el comodín, porque sirve para todo y para nada. El amigo confesor te escuchará sin rechistar y asintiendo con la cabeza. El amigo chapas se encargará de ponerte la cabeza como un bombo mientras tú asientes. El amigo psicólogo te describirá la razón de tu desazón, que no te la quita pero te alivia. El amigo araña nos enrolará a todos en unos planazos en los que él no participará, pero nosotros lo pasaremos bien. El amigo maguíber es el primer teléfono que llevamos memorizado para arreglar el frigo y reiniciar el Windows. El amigoteca es el pozo sin fondo para que nos preste los cómics con sheriff y los vídeos beta si fuera menester. Y así.

Pero... ay, el amigo desconcertante. Es como esa pieza del motor que nadie sabe para qué sirve pero que si la quitas el coche no chuta. Mi desconcertante pongamos que se llama Rufino, para preservar su intimidad, aunque a él su intimidad le importa lo que a mí el futuro de los Alba, si es que lo tienen. Un día le eché en cara que el libro que me había recomendado era más malo que el del canto del loco haciendo de poli y me contestó: "Tú hazme caso, no sigas mis consejos".

Así es Rufino. Cuando lo del cambio climático, y como medida de protesta contra el despilfarro de agua, decidió que a partir de entonces sólo se lavaría los dientes de arriba los lunes, miércoles y viernes, y los de abajo los martes, jueves y sábados; los domingos, todos sí y todos no, alternando. Y mejor no discutirle porque es firme en sus ideas. Cuando Aznar se sumó al guateque de las Azores, Rufino me dijo tajante que nunca más le votaría. "Pero si tú nunca le has votado", me atreví a replicarle. "Pues más a mi favor", zanjó.

Según él, la crisis económica se debe a que el ser humano va en manada a fabricar cosas innecesarias de las que, llegado el caso, el consumidor puede prescindir. Pone como ejemplo los coches, donde trabajan buenos porcentajes de obreros que, al oír crac, se ven con una mano delante y otra detrás. ¿Su alternativa? Sencillo: más esfuerzo y medios en la elaboración de papel higiénico que, a la postre, usa todo el mundo quieras que no.

A mí Rufino es el único que me desvela. Llego a casa, me acuesto, y venga a darle vueltas a lo que me ha contado, sin entender nada. Lo gracioso es que viendo la tele me imagino a los rufinos de sus respectivas cuadrillas. Por ejemplo, el ministro Solbes seguro que es el amigo desconcertante de su grupo, con sus cosas: "No hay crisis pero ya sabía que iba ser muy dura". Y entonces me animo a llamarle (a Rufino) para contarle lo que acabo de escuchar sin entender nada y va y me corta: "Chico, pues es de cajón". Y vuelvo a la cama, aunque sé que no pegaré ojo. Pero eso sí: aun y todo mi amigo es bastante más alegre que el tristón del Gobierno, lo cual tampoco tiene mucho mérito, ahora que lo pienso.

jueves, 26 de junio de 2008

Dieciséis maestros

Sin ánimo de mosquear a los alumnos de grado (Sincopado asegura que es mentarlos y empiezan a llover los comentarios en este rincón), me quedo un rato pensando en los de posgrado. Unos y otros han echado la persiana esta semana en fcom, pero de los primeros ya me ocupo a menudo, así que voy con los segundos. Son protagonistas ahora porque, ayer por la tarde, recibieron la papela que los certifica como maestros en Gestión de Empresas de Comunicación. Allí estaban los dieciséis, tan guapos y repeinadicos, rodeados de profes pero, sobre todo, de familia y amigos. Brindamos por esa gestación reglamentaria de nueve meses de máster que culminaban en parto natural. Para las estadísticas: diez chicas y seis chicos. Y como no hay rusos en la costa, voy con la clasificación: España, 3 (Ainhoa, Esther y Sergio); Venezuela, 3 (Isabel, Dayana y Rita); México, 2 (Vladimir y José Ramón); Brasil, 2 (Isabela y José Vicente); y con uno Paraguay (Diana), El Salvador (Graciela), Chile (Felipe), Ecuador (Lorena), Perú (José Luis) y Panamá (Julie).

En este máster doy un módulo de Gestión de Contenidos en Prensa. Bueno, la verdad es que la materia es lo de menos. Lo de más es lo bien que se lo pasa uno con gente que te cuestiona hasta la hora que marca el reloj. Y ahí está la gran diferencia entre dar clase a alumnos de grado y de posgrado. Supongo que será por la edad que separa a unos y otros (poca pero enorme), pero lo cierto es que, mientras con los primeros se te reseca la boca tras dos horas de largar sin parar, con los segundos hay que hablar desde la trinchera, porque tiran a dar: expones una idea y, hala, todos enzarzados en pues sí, pues no, pues depende; así que casi con solo ordenar el debate se pasan las horas. Resultado: no sé ellos, pero yo salgo sabiendo un montón más. Qué gente, que lujo.

Y qué orgullo saber que salen con las ideas claras, frescas y modernas para incorporarse a los equipos empresariales que gestionan los medios de comunicación. Anoche, en el acto académico, tuvimos oportunidad de reordenar la base que da sentido a estos nueve meses, y que se encargaron de refrescar Quico Pérez-Latre, profesor elegido también como padrino por esta promoción (y que a este paso bate el récord de la saga de los Corleone), y Sergio Pérez Conde, en representación de los alumnos. Ambos hablaron de líderes, pero de un liderazgo que nada tiene que ver con el poder y menos con la ambición y nada con el materialismo. Se habló de líderes que saben armar equipos y trabajar para ellos, líderes que hacen felices a quienes les rodean y que son seguidos por cariño y convencimiento, no por galones. Gestores que saben que tan importante es el tiempo que sus equipos invierten en el trabajo como en el resto de su vida. Se habló de libertad, de generosidad, de alegría, de metas que tienen más bien poco que ver con la esporádica caída del euríbor y sí mucho con la constante subida personal. Pero bueno, sería muy largo de explicar aquí; ellos han invertido nueve meses de sus vidas en consolidar la auténtica cuenta de resultados, la que al final es la que más importa.

Foto de familia (de verdad). Mientras los dieciséis maestros posaban para la tradicional foto de grupo, servidor disparó a los disparadores.

sábado, 14 de junio de 2008

A mojarse: el meme Passion Quilt

No sé si tendrá que ver con el hecho de que el curso acaba, pero mi querido vecino y admirado maestro José Luis Orihuela me incluye en una cadena que acepto encantado. Estoy en su lista de invitados para extender un meme (que no sé si lo que acabo de escribir es redundancia, extender un meme) que exprese con una imagen lo que más quisiéramos que aprendieran los estudiantes. La cosa está corriendo y es divertida, por lo menos a mí me lo parece. Pero antes de seguir, y por si alguien quiere saber más acerca de la cosa, el mismo José Luis explica aquí muy bien qué es un meme.

Bueno, pues vamos. El meme en el que me enreda tiene tres reglas:

1. Publicar una imagen, licenciada como Creative Commons o propia, que represente aquello sobre lo que más quiséramos que aprendieran los estudiantes, y ponerle un título
2.
Titular la entrada como “Meme: Passion Quilt” y enlazar la entrada original
3.
Incluir enlaces a 5 colegas de tu red educativa o gente a la que sigas en Twitter/Pownce.
Y así las cumplo:

1. Es imagen de la casa en modelo (servidor) y disparadora (Lejana). El título ya va dentro y, además, viene ahora al pelo por la inauguración de la Expo de Zaragoza y porque fue publicada en la red, donde sigue, como parte del proyecto fin de carrera que hicieron un estupendo grupo de alumnas.

2. Meto en el título lo de Meme: Passion Quilt y enlazo con la entrada original.

3. Extiendo la invitación a cinco colegas para reírnos y aprender, cuestiones ambas imprescindibles:
– A Ander Izaguirre, porque más pronto que tarde volverá a darlo todo ante un grupo de ávidos aspirantes a juntaletras.
– A Ramón Salaverría, porque me apetece que se afloje un poco el corsé académico y nos sorprenda con una interpretación, o no.
– A Paco Sánchez, porque a su intachable blog le faltan alegorías visuales y me encantaría verle en la encrucijada de tener que elegir una sola imagen.
– A Sintomático, porque cualquiera diría que el solecico lo está amuermando en la blogosfera y necesitamos que espabile por el bien de todos.
– Y a Nacho Uría, porque ha entrado con inmejorable carrerilla en la misma blogosfera y me apetece saber cómo lo ve, eso de enseñar.

Como recuerda José Luis, hay un paquete de fotos en Flickr sobre el meme y las entradas sobre Passion Quilt en Bitacoras.com.

Estaremos atentos.

Actualizado
(18.06.08) Paco Sánchez en Vagón-bar: Saber querer: el meme Passion Quilt
(01.07.08) Sintomático: Passion Quilt: trabajar en equipo

domingo, 8 de junio de 2008

Luisgui on the blog

A Luisgui lo trajeron al mundo con el verano, y de esto hará yo qué sé. En la Facultad es conocido por echar las mañanas con sus grupos de Edición (primer semestre) y de Proyectos (segundo semestre). Anda a zancadas y con el pecho para adelante, como si estuviera atravesando siempre una cinta de meta. Por las tardes no aparece porque está encerrado en su Diario de Navarra, venga a escribir de ciclismo y pelota. Por las noches no sé qué hace, pero supongo que roncar, bendito.

Yo, lo tengo dicho, me lo pediría de profe de Proyectos si es que me tocara volver al otro lado de las aulas. Y no solo por lo que sabe y enseña, sino por la pasión que le echa. Vamos, que es uno de los pocos con los que no me apostaría una caña a ver a quién de los dos nos gusta más el periodismo.

La pasión (confesable) de Luis Guinea son las bicis. El otro día, cuando cerramos Proyectos, me decía: “Bueno, ahora podré volver a machacarme las piernas por las mañanas”. Luisgui lleva cinco años acudiendo a una tortura conocida como Quebrantahuesos (a que ya solo el nombre acongoja, a que sí), una carrera cicloturista de más de doscientos kilómetros de subibajas por el Pirineo aragonés, y este monstruo mítico, también conocido por Spider, se prepara a fondo desde meses antes. En su magnífico blog cuenta cómo lleva la cosa para este año, en que la prueba se celebrará el 21 de junio, coincidiendo con su cumpleaños.

En la edición del año pasado Luis pinchó: se desfondó, se agotó, se rompió y tuvo que retirarse, por consejo médico. Y Luis lloró como un hombre. Nosotros (Lejana y servidor) seguimos algo la carrera, haciendo risas sobre las probabilidades de ver pasar a Luis en un pelotón de… ¡más de ocho mil participantes! Y, bueno, el jarro de agua fría me llegó cuando leí en su blog el drama que acababa de pasar.

Ahora quiere cerrar esa herida, saldar esa deuda que arrastra con su ego y ya tiene su flamante dorsal (3.233) para irse de picos en menos de dos semanas. Yo, desde aquí, también me estoy entrenando para apoyarle hasta quedarme afónico. Y para empujarle, qué carajo, si veo que no va a llegar. Esta carrera la terminamos de todas a todas, maldita sea. Queda inaugurada la Orquesta de Bicicleteros Valientes Indurain y Otros, esto es, OBVIO.

domingo, 4 de mayo de 2008

Los triunfadores

Tengo la impresión de que todos los años escribo lo mismo pero qué le voy a hacer, si no tengo más remedio. Es que ayer tuvimos la fiesta de Licenciatura de la promoción 2008 de mi Facultad de Comunicación y me lo pasé bien, mejor que bien: primero, durante el acto académico en el Baluarte y, después, gran novedad: cena conjunta de alumnos y profes por los pasillos de la Facultad. Todo muy bueno y muy abundante.

Sobre el acto académico, donde toda la promoción iba más que guapa con sus togas y todo, donde papis y mamis estaban más que orgullosos de sus pimpollos, planeó lo dura que está la salida laboral para esta bendita profesión que, eso sí, es una de las más poderosas que se puede ejercer, como recordó mi decana en el cierre del acto.

Bien, pues yo, desde este humilde rincón, rompo una lanza por el triunfo. Es verdad que el periodista lo tiene más crudo, en la línea de salida, que cualquier otro titulado universitario; aquí parece instalada la cultura empresarial de que como a los chavales les mola el periodismo, pues que ya les vale con un contrato de becario y poco más. Y digo yo que algo de culpa tendremos los que estamos a este lado de la muralla docente, cuando les damos los nombres de recién licenciados excelentes, aun a sabiendas de que nos los van a exprimir pero que bien en la Redacción de turno. No sé: esto sí que es de verdad una asignatura pendiente.

Lo que yo les intento transmitir, por lo menos a los que de verdad les corre el periodismo por las venas, es que van a triunfar, sí o sí. No conozco a ningún buen adicto a esta maravillosa locura que le vaya mal. Triunfar, claro, significa trabajar con pasión en lo que te gusta y ganar cuando menos un salario digno. Esto hay que decirlo clarito porque, creo, cada vez más se impone el concepto de triunfo asociado a la fama y al dinero, cuando no a los puestazos; y no es así, o por lo menos yo siempre he creído que el triunfo verdadero tiene que ver con uno mismo y no con los demás.

Y doy fe de que esta cosecha de COM’08 sale tan bien criada como, por lo menos, la del año pasado. Bueno, por lo menos, en lo que respecta a la mayoría de los que he tenido la fortuna de compartir clases y amistad. Precisamente, con un puñado de ellos compartí anoche mantel junto a otro profe, un tal Nahum que se nos atrofió un otoño en Nueva York y no ha vuelto a dar señales de cibervida. A mí me encerraron entre Susana e Inés, mi querido dúo “El punto y la i” que, en la noche de la blogosfera, se atrevieron a crear un blog para darme cera, blog que duró… una entrada, porque a Susana se le olvidó la contraseña, tú. Bueno, por lo menos Inés se lo tomó más en serio y hace meses que tiene un blog bien divertido.


En fin, que nos reímos hasta hartar y servidor, de paso, recibió una clase magistral sobre ‘Alumnos y Moda’, que daría para un seminario si las dos se lo propusieran. Dejo un puñadico de fotos. Pocas, porque medio a oscuras y entre carcajadas otras muchas han ido directamente a la papelera. Pero a juzgar por el montón de cámaras y flashes que vi, intuyo que la blogosfera se llenará estos días de sorprendentes retratos de una noche mágica donde, por una vez, el solomillo con guarnición sustituyó a la epistemología de la comunicación.

Chicas, chicos: todavía no os habéis ido y ya os estoy echando de menos. Acordaos de mí cuando triunféis, va.

lunes, 25 de febrero de 2008

De apenado a penado

El estreno de Paco on the web es lo que tiene. Que lanza un tan cariñoso como enigmático comentario sobre el pelotón que le seguimos a rueda. Que resulta que tenemos como mínimo cinco características en común aunque, de entrada, pincha porque tres no cumplimos una de ellas. De las cinco que quedaban, solo quedan cuatro. Amália descubre una: que somos sus amigos. Quedan tres. Paco se estira y dice otra: periodistas. Quedan dos y, ay, me sale una ristra de candidatas que no publicaré por varios motivos, entre los que destacan la impericia y la prudencia porque a varios de los gregarios no tengo el gusto. Yo soy zurdo, pero no sé, no creo.

Ahora, hace un rato, y a lo Fonterroso, se hace carambola de una esquela que a su vez recupera uno de los nominados. Esquela sin desperdicio, sin duda, pero que me provoca entrar al trapo con algo que pesqué en su día. Como parece entreabierta la puerta de las necrónicas (esta descripción de camposanto la intuyo insuperable), resucito una noticia publicada en primera página del Diario de Navarra el 26 27 de marzo del año 2000:
Como la letra es pequeña, la explico: que resulta que la Guardia Civil acababa de detener a Gregorio Soto, de 79 años de edad, vecino de la localidad navarra de Ablitas, como presunto autor de la muerte de su esposa, Cora Monreal, de 77, acuchillada y asfixiada. Bueno, hasta aquí, un desgraciado suceso. Pero si avanzabas en las páginas del diario llegabas a las esquelas y…
Espero que se lea bien el nombre del primer deudo de Cora, que en Gloria esté. (“Sus apenados: esposo, Gregorio Soto Aguado; hijos, …).

domingo, 24 de febrero de 2008

Estoy perdido

Si me presento al Campeonato Mundial de Desorientados no prometo medalla, pero que llego a la final, fijo. A mí me sueltas al volante en el centro de Vitoria y, para volver a casa, hago el discóbolo: dar varias vueltas la ciudad, como cogiendo carrerilla, antes de acertar con la carretera. Si llego a un cruce sin señalizar, de todas a todas elijo el camino que no es. Para llegar a un sitio que conozco lo hago por la ruta memorizada; es inútil que alguien me intente convencer de que atajaría si fuera por aquí o por acullá. Por perderme, me pierdo hasta por las cumbres de Candanchú, y no vale reírse. Así que ya habrán imaginado que, hace años, los Reyes me echaban brújulas.

En lo que se refiere a conducir, mi sufrimiento empezó a mitigarse con la era internet. Hace años que tengo marcada como favorita la web de ViaMichelin, que es una gozada: le dices de dónde adónde quieres ir y el gordo te dice rutas, kilómetros, distancias entre punto y punto intermedio y todo tipo de detalles. A imprimir, pues, y a correr, como si llevaras al mismísimo Luis Moya a tu derecha.

Pero la sofisticación entró en mi vida en noviembre de 2006, cuando compré la Marta, que es como bauticé a mi GPS, porque entre otras cosas te deja elegir si quieres que te hable una tía o un tío. Tía, tía. La Marta, entre otras virtudes, no te riñe cuando no le haces caso y no tomas la salida que te ha dicho; la muy paciente pone otra conferencia a los satélites que me vigilan y pide nuevas instrucciones (“a ver –me la imagino hablando por lo bajinis–, que el pacottonto se ha vuelto a liar, que qué le digo ahora”). Además, eso de llevar a la Marta me provoca un subidón del nueve: ahí arriba están los satélites, dejando a su suerte a la flota yanki en el Golfo, porque están calculando qué camino me conviene más para llegar al Parador de Segovia, que es donde he quedado con mis quintos. Te fastidias, US Navy.

Otra herramienta que uso a menudo, sobre todo para trayectos cortos, es la de Google Maps, porque también te da un altísimo grado de precisión sobre puntos, cruces, pueblos, carreteras secundarias y caminos. Antes usaba bastante estos mapas, pero los abandoné cuando descubrí que, para dominguear por Navarra, hay un método infalible: consultar a Javier. Hace algunos meses descubrí a este cartógrafo cuando entré en su despacho un viernes y le dije: “Javier, andarín, anda, dime una ruta chula para este domingo, pero que no esté muy lejos, que me pierdo”. Y Javier, sobre la marcha, me dibujó en un folio un plano desde Pamplona a Urbicain, un pueblico abandonado y con alrededores muy guapos para caminar; y así, de memorión, me dibujó a lo Google puntos, cruces, pueblos, carreteras secundarias y caminos. Y yo, desconfiado, cotejé después con el susodicho Google… y ambos mapas parecían calcos.

Por si alguien no se cree las virtudes de mi amigo, dejo una prueba. El viernes le dije que queríamos ir al valle de Baztán, pero por alguna ruta diferente, con buenas vistas, para caminar un poco, hacer fotos y comer un mucho. Al poco recibí este correo:
La propuesta supone llegar a Eugui, pasar el pueblo y continuar por la carretera que bordea el pantano y sigue hacia Francia. Después de dejar atrás el pantano, hay un desvío a la izquierda, cerca de una cantera. Está señalizado e indica "Irurita". Es la carreterilla que hay que tomar. Apenas hay tráfico. La carreterilla en cuestión atraviesa parte del hayedo de Quinto Real y deja a los lados algunos caminos por los que se puede pasear. Después de un pequeño puentecillo, la carretera comienza a subir: los árboles se acaban y se llega al puerto de Artesiaga. Es una zona despejada que ofrece una espléndida panorámica del Baztán. Es un buen sitio para dejar el coche. En el punto más alto, a la izquierda, nace una pista muy agradable que va subiendo poco a poco. La pendiente es muy cómoda. La pista recorre la ladera del Sayoa -es el monte grande que queda a la derecha- y llega casi hasta la cima del Zuriáin.
De vuelta en el coche, hay que seguir por la misma carreterilla, que baja hasta Irurita, ya en el Baztán. En Irurita hay casas muy bonitas de indianos -la mejor está en la plaza, al lado de la travesía- y sitios para comer. Casi al lado está Elizondo, donde hay buenos restaurantes y un casco urbano muy agradable.
Ya me contarás qué tal resulta.
Pues cómo va a resultar, Javier: una gozada, y eso que no es la estación más bonita para visitar el valle. Y a ver quién es el guapo que se atreve a dar tantos datos, detalles y explicaciones con menos palabras.

Estas fotos de Ana y mías están dedicadas a Javier el Imperdible.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Casi Yo

Calculo que soy un quinquenio mayor que Casi Yo. Lo calculo a ojo de buen cubero porque me suena que el mismo año en el que yo terminaba la carrera en junio él la empezaba en octubre. Y en aquel tiempo Periodismo, llamado Ciencias de la Información, te llevaba cinco años. Bueno, el caso es que ahora me doy cuenta de que allí empezaron mis desencuentros con Casi Yo. Él llegaba a Pamplona justo cuando yo emprendía el vuelo profesional por otros aires.

Le conocí muchos años después, aunque no sabría precisar. En algún encuentro profesional, claro. Me hizo mucha gracia, siempre, el uyyyy con que se rozaban nuestros nombres. Así que, mientras yo estaba fuera de Pamplona, él se movía por aquí, dando clases en fcom y demostrando con sus columnas la excelencia de la prosa: es columnista de Nuestro Tiempo desde 1998, y él lo cuenta muy divertido aquí. Está claro, entonces, que como docente no llegué a conocerle, pero me creo a pies juntillas lo que Ander dice de él: que era, y es, un profesor como la copa de un pino; el profesor. Pero como columnista sí lo tenía enfocado. Desde su Vagón-Bar nos regala cada mes párrafos como éste:
Dicen que los jóvenes prefieren el otoño y los viejos el verano. Falso. Los jóvenes siempre han preferido el verano, que es como ellos: lleno de luz, quizá excesiva, porque apaga los colores y los matices. Es un poco chillón el verano. Le falta esa gracia serena, reposada y profunda que tiene el otoño. Casi sólo huele al requemado de un sol inclemente que dibuja separaciones demasiado lineales, increíblemente nítidas, cuando concede la misericordia de unas sombras. El otoño, sin embargo, hasta ese punto se muestra modesto: incluso las fronteras de luz y sombra son en él menos contundentes, menos afrentosas, más comedidas y amables, más tenues. Porque es la estación más sabia.
Bueno, pues volviendo a los desencuentros: que cuando yo volvía a Pamplona de mi voluntario destierro, en 1997, Casi Yo tenía listas las maletas para volar a su querida A Coruña. Hola y adiós, como quien dice. Yo a fcom y tú a California. Y hoy es el día, diez años después, que sigo recibiendo correspondencia que es suya y me consta que a él le atribuyen batallitas que en realidad libré yo. Por supuesto que, lejos de ofender, es para mí un honor participar de este totum revolutum.

Ahora hace un tiempo que no lo veo, más allá de algún cruce fugaz, desde que en ¿2005? formé parte del equipo de consultores que ayudó en lo que pudo y en lo que supo a hacer algunos arreglitos en sus periódicos de A Coruña y León. Y va el tipo y me escribe hoy, junto a otros destinatarios de su mieditis, pidiendo consejos porque se acaba de comprar un blog adosado, con vistas. Que dice que tiene uno muerto de risa desde 2006 pero que ahora, a éste, le va a intentar dar de comer a menudo para que no la palme. ¿Consejos? Casi Yo, si es que con el nombre de tu columna y tu blog me lo pones sobre raíles: ¡Que no seas vagonazo!

La blogosfera es más rica hoy con la llegada de Casi Yo. ¡Ah! Y con la de Javier, que aún está amueblando su ático, pero sin hacer ruido, porque este hombre es tan bueno como silencioso. Mal, Javier, mal. Este mundo virtual necesita de gente con talento y que lo muestre y que lo grite, que grite más que esa tropa bloguera empeñada en cortarnos la lengua española y que encima cada vez tiene más reclutas.

Esta semana puede ser perfecta para el espacio sideral de los blogs si, como promete, el remolón de MAJ se lanza de una vez y da la cara, que para luego es tarde. Dice que solo le falta el título y se me ocurren varios, pero no pienso decírselos, hala. Bueno, vale, yo creo que le cuadran muchos porque siempre está enterrado bajo montañas de periódicos: Entintado. O Rotativo. O Majnetoscopio. O Majenta. O Majade… no, éste mejor no. Ya está: Majismo.

sábado, 2 de febrero de 2008

Aquellos maravillosos años

Para verlos mejor, clic a la foto.
¿Quién de estos zagales es hoy profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra? Contesten diciendo, por ejemplo: Es el número 3 y es Miguel Ángel Jimeno (pero fallarían, claro, en el nombre o en el número o en los dos; hay que hacer pleno: número y nombre). Entre los acertantes sortearemos dos entradas de fútbol y dos salidas de emergencia.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Adeste, fideles

Clic para ampliar en ventana independiente; si os apetece, claro...


Adeste, fideles, laeti, triumphantes,
Venite, venite in Bethlehem:
Natum videte Regem Angelorum:
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
En grege relicto, humiles ad cunas,
vocatis pastores approperant.
Et nos ovanti gradu festinemus.
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
Aeterni Parentis splendorem aeternum,
Velatum sub carne videbimus
Delum Infantem, pannis involutum.
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
Pro nobis egenum et foeno cubamtem,
Piis foveamus amplexibus:
Sic nos amantem quis nos redamaret?
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
Feliz Navidad.