domingo, 24 de febrero de 2008

Estoy perdido

Si me presento al Campeonato Mundial de Desorientados no prometo medalla, pero que llego a la final, fijo. A mí me sueltas al volante en el centro de Vitoria y, para volver a casa, hago el discóbolo: dar varias vueltas la ciudad, como cogiendo carrerilla, antes de acertar con la carretera. Si llego a un cruce sin señalizar, de todas a todas elijo el camino que no es. Para llegar a un sitio que conozco lo hago por la ruta memorizada; es inútil que alguien me intente convencer de que atajaría si fuera por aquí o por acullá. Por perderme, me pierdo hasta por las cumbres de Candanchú, y no vale reírse. Así que ya habrán imaginado que, hace años, los Reyes me echaban brújulas.

En lo que se refiere a conducir, mi sufrimiento empezó a mitigarse con la era internet. Hace años que tengo marcada como favorita la web de ViaMichelin, que es una gozada: le dices de dónde adónde quieres ir y el gordo te dice rutas, kilómetros, distancias entre punto y punto intermedio y todo tipo de detalles. A imprimir, pues, y a correr, como si llevaras al mismísimo Luis Moya a tu derecha.

Pero la sofisticación entró en mi vida en noviembre de 2006, cuando compré la Marta, que es como bauticé a mi GPS, porque entre otras cosas te deja elegir si quieres que te hable una tía o un tío. Tía, tía. La Marta, entre otras virtudes, no te riñe cuando no le haces caso y no tomas la salida que te ha dicho; la muy paciente pone otra conferencia a los satélites que me vigilan y pide nuevas instrucciones (“a ver –me la imagino hablando por lo bajinis–, que el pacottonto se ha vuelto a liar, que qué le digo ahora”). Además, eso de llevar a la Marta me provoca un subidón del nueve: ahí arriba están los satélites, dejando a su suerte a la flota yanki en el Golfo, porque están calculando qué camino me conviene más para llegar al Parador de Segovia, que es donde he quedado con mis quintos. Te fastidias, US Navy.

Otra herramienta que uso a menudo, sobre todo para trayectos cortos, es la de Google Maps, porque también te da un altísimo grado de precisión sobre puntos, cruces, pueblos, carreteras secundarias y caminos. Antes usaba bastante estos mapas, pero los abandoné cuando descubrí que, para dominguear por Navarra, hay un método infalible: consultar a Javier. Hace algunos meses descubrí a este cartógrafo cuando entré en su despacho un viernes y le dije: “Javier, andarín, anda, dime una ruta chula para este domingo, pero que no esté muy lejos, que me pierdo”. Y Javier, sobre la marcha, me dibujó en un folio un plano desde Pamplona a Urbicain, un pueblico abandonado y con alrededores muy guapos para caminar; y así, de memorión, me dibujó a lo Google puntos, cruces, pueblos, carreteras secundarias y caminos. Y yo, desconfiado, cotejé después con el susodicho Google… y ambos mapas parecían calcos.

Por si alguien no se cree las virtudes de mi amigo, dejo una prueba. El viernes le dije que queríamos ir al valle de Baztán, pero por alguna ruta diferente, con buenas vistas, para caminar un poco, hacer fotos y comer un mucho. Al poco recibí este correo:
La propuesta supone llegar a Eugui, pasar el pueblo y continuar por la carretera que bordea el pantano y sigue hacia Francia. Después de dejar atrás el pantano, hay un desvío a la izquierda, cerca de una cantera. Está señalizado e indica "Irurita". Es la carreterilla que hay que tomar. Apenas hay tráfico. La carreterilla en cuestión atraviesa parte del hayedo de Quinto Real y deja a los lados algunos caminos por los que se puede pasear. Después de un pequeño puentecillo, la carretera comienza a subir: los árboles se acaban y se llega al puerto de Artesiaga. Es una zona despejada que ofrece una espléndida panorámica del Baztán. Es un buen sitio para dejar el coche. En el punto más alto, a la izquierda, nace una pista muy agradable que va subiendo poco a poco. La pendiente es muy cómoda. La pista recorre la ladera del Sayoa -es el monte grande que queda a la derecha- y llega casi hasta la cima del Zuriáin.
De vuelta en el coche, hay que seguir por la misma carreterilla, que baja hasta Irurita, ya en el Baztán. En Irurita hay casas muy bonitas de indianos -la mejor está en la plaza, al lado de la travesía- y sitios para comer. Casi al lado está Elizondo, donde hay buenos restaurantes y un casco urbano muy agradable.
Ya me contarás qué tal resulta.
Pues cómo va a resultar, Javier: una gozada, y eso que no es la estación más bonita para visitar el valle. Y a ver quién es el guapo que se atreve a dar tantos datos, detalles y explicaciones con menos palabras.

Estas fotos de Ana y mías están dedicadas a Javier el Imperdible.

2 comentarios:

Ander Izagirre dijo...

Esa ruta es una delicia, yo la hice a la inversa con la vespa y disfruté como un tonto vespeando entre hayas. Javi Gepeese Marrodán.

Anónimo dijo...

Pacotto!!!

Estoy hasta las cejas de trabajo, apenas tengo tiempo para Internet (para disfrutarla claro, porque para trabajar...) y así que no había visto esta excursión excelente a Artesiaga. Me avisó Ander. Justo hablé de este lugar el otro día en mi blog.

Esa carretera es uno de los lugares más deliciosos de Navarra. Me alegra que te perdieras por allí. Yo también hice esa ruta, varias veces, subir al Saioa es un agradable paseo. Sencillo y purificador. Al lado, una carretera romana rodea el monte y la bajada a Elizondo es fabulosa también (y tan bien). Pero esa carretera... es gozar.

Un abrazo.