Eso me pasa por trasnochar y encima zapeando. Se acababa el tomate y el caso era seguir exprimiéndolo hasta en el cubo de la basura, esta vez en un programa llamado La noria, que al parecer es más de lo mismo pero, por lo menos, tienen la decencia de airear las indecencias de madrugada y no cuando los niños están con la nocilla frente a la tele. Allí montaron una especie de mesa redonda para debatir la ‘escandalosa’ retirada del programa y fui tan tonto que piqué y me quedé un rato. No mucho, pero lo suficiente para escuchar, atónito, un cargamento de sofismas al por mayor. Para empezar, un buen equilibrio mediático: cinco contertulios con la camiseta del equipo rojo y uno solo con la del equipo blanco. Olé. Tiro al blanco.
De entrada, meten las declaraciones de uno que dice ser filósofo y justifica que el morbo es consustancial al ser humano, al que le encanta ver miserias y sufrimientos ajenos, y lo ilustra con el siguiente ejemplo: que todos aminoramos la marcha si nos tropezamos con un accidente en la carretera pero no para ayudar sino para ver si hay suerte y divisamos algún herido desangrándose. Así que ya está justificado: si el que ve el guantazo lleva cámara de vídeo, pues lo graba y a compartir, que eso es generosidad y servicio social.
Y luego el presunto debate. Argumento central de sofisma compartido: quien diga que ese programa es basura está llamando basura a sus millones de seguidores. Pues no, listillos, no. Primero, porque la oferta televisiva abierta y gratuita, en este país, es muy limitada, y una cadena privada con licencia pública está abusando de posición porque tiene ganada a priori un tercio de la audiencia; segundo, porque de los millones de seguidores de los que presumen habría que saber, en ese horario de emisión, cuántos pertenecen al sector más indefenso como lo es la infancia/adolescencia (si quieren saber más, repasen Pinocho); y tercero, porque ver una serie de asesinos no me convierte en asesino, que yo sepa.
De todas formas, lo que personal y profesionalmente más me saca de quicio es que este puñado de guardianes del programa albañal se parapeten tras el siempre oportuno ‘derecho a la información’ aliñado, encima, con el topicazo de que “nos limitamos a dar lo que la gente quiere saber”. Y alguien tenía que decirlo, o sea que lo digo: eso del “querer saber” es la mayor manipulación a la que puede acudir un periodista, y los que estaban en la mesa presumían de serlo. El derecho a la información, del que efectivamente es propietario todo ciudadano, consiste en servirle no todo lo que quiere saber, sino lo que necesita saber. Por ejemplo, el ciudadano tiene todo el derecho a saber si quien le está informando es honesto y dice la verdad, pero no tiene ningún derecho a saber si ese presentador gasta lencería fina.
Pero vale ya, porque tampoco merece la pena removerlo en exceso una vez que lo han tirado de la cadena, aunque por lo que me huelo sin mucho convencimiento: suena más a cuota de pantalla que a cuota de conciencia.
1 comentario:
También cometí el error de quedarme a verles (cualquier cosa con tal de no estudiar) un debate cono todo gente a favor y tratamiento de héroes por tocar las narices a los famosillos cinco años!! Di que sí!!! no sé si es peor La Noria o el muerto Tomate!
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