Dentro de las especies que no parecen estar en vías de extinción en el mundo del periodismo hay alguna que me da miedito, como diría mi hija Berta. Son especies a las que asocio, no sé por qué, con antiguas escrituras. O mejor dicho, con perfiles de los que ya tenemos conocimiento de su existencia desde que el hombre aprendió a comunicarle a su descendiente la que le venía encima.
Entre ellos está el profeta, el que sabe qué ocurrirá mañana. Es un ser en el fondo inofensivo, porque a la postre se conforma con un “ya os dije” cuando una de cada diez veces acierta en su ¿análisis? sobre la tendencia social con respecto a los medios, y casi siempre a caballo ganador. “Ya os dije que la TDT tardaría en implantarse”.
El profeta tiene un discípulo peligroso en el predicador, ese charlatán que vende humo desde altos púlpitos con verborrea académica y advierte sobre todos los males de la comunicación… para tranquilizar a continuación a su aterrorizada parroquia de editores, al ofrecerles el antídoto necesario, a millón el frasco.
Pero me dan miedito, sobre todo, los conversos, los que ven la luz después de la que parece haber sido una existencia a oscuras y se convierten, a partes iguales, en adalides de los nuevos medios y en renegados de su cuna. Me aterra escuchar la proclama de cualquier tribu que se arranque con un “lo que la sociedad de verdad quiere es…” y encima pretenda probarlo con las estadísticas del becerro de oro al que adoran mientras queman jubilosos su pasado.
No sé, me da la sensación de que poco han cambiado las cosas desde Caín y Abel. Voy a versionar un poquitín a Mafalda al escribir que, desde aquel primer fratricidio, mucho habrán evolucionado las técnicas, pero casi nada las intenciones.
En fin, estoy cansado y apagadico, sin ganas de ilustrar esta entrada con, por ejemplo, video killed the radio star. Además, yo nunca abriría un blog con títulos del estilo Gran Hermano, por mucho que el nombre fuera apetecible y estuviera libre para registrarlo. Hay palabras con las que espero no jugar nunca, aunque sean muy apetitosos esos juegos de palabras.
Será que peco de ingenuo pero así espero morirme en el mundo de la comunicación: tan ansioso con el futuro como respetuoso con el presente, que no pasado. Porque mi pasado es presente y es futuro.
1 comentario:
Paco, eres un visionario. Ya te lo dije yo. Eso sí, no te mueras en el mundo de la comunicación que te necesitamos!!! (sobre todo para la web).
Un converso.
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