Día de Internet, 17 de mayo, en muchos países. Pero también Noche de Internet, en otros. Mientras en España utiliza la red aproximadamente la mitad de la población, en el Paraguay, país que me acoge esta semana, apenas llega al 3 por 100; mientras España ocupa el puesto 32 en el ranking mundial, Paraguay está en el 114... de un total de 122: sólo están peor que aquí en Mozambique, Lesotho, Zimbabwe, Bangladesh, Etiopía, Angola, Burundi y Chad.
¿Y qué hace el Gobierno paraguayo para remediar la situación? Nada. O, peor, poner todas las zancadillas posibles para el desarrollo de la sociedad de la información. Internet, aquí, es un monopolio del Ejecutivo que se niega a liberalizar para asegurarse de que los dólares siguen fluyendo al bolsillo de siempre. Internet, aquí, es carísimo y lentísimo. La compañía que explota (en todas las acepciones) el servicio controla también el tremendo negocio de la telefonía internacional, de modo que los miles de desheredados que emigraron por su culpa ahora, encima, les llenan las arcas cada vez que quieren besar a mamá a diez mil kilómetros.
Que las nuevas tecnologías podrían ahondar una brecha ya de por sí profunda entre el primer y el tercer mundo era un miedo multicompartido. Pero, probablemente, nadie contaba con la imprescindible colaboración de unos políticos a los que les importa tanto el progreso de su país como el bienestar de sus habitantes, o sea, cero patatero.
Pero en medio de este devastador panorama siempre surgen los tozudos, en este caso mis bravos periodistas de Última Hora quienes, contra viento, marea y todo tipo de trabas, pusieron en marcha el nuevo portal digital a principios de año, en una aventura profesional en la que tuve la suerte y el honor de participar.
Así que, a pesar de todos los pesares, la cosa funciona. Os dejo como cierre las cifras de visitas y páginas vistas, el crecimiento espectacular conseguido en un año. A un pueblo que empuja no hay Gobierno que lo frene.
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