domingo, 11 de marzo de 2007

Pues anda que tú


Me voy a callar un rato, no tres minutos, un rato, por respeto y recuerdo a 191 personas que dejaron de vivir hoy hace tres años porque una cuadrilla de enfermos, invocando a llamados redentores de ese dios que es imposible que exista si es que niega la pluralidad y la libertad, los asesinó.

Me voy a callar un rato, porque como afortunadamente viajo y conozco mundo, sé lo que es la miseria, la incultura, la necesidad, la ausencia de futuro inmediato. Sé lo que es que un pueblo sufra, de verdad, que sufra. Que mendigue. Y me acuerdo de ellos, y me callo, cuando veo que un pueblo como éste, con todos los patrimonios necesarios para progresar y ayudar a los desheredados de la Tierra, se concentra en escuchar a dirigentes impresentables, de todo color y condición, capaces de sacarse los ojos por un puñado de votos, por un egoísmo extremo, por aprovechar los hechos en beneficio propio y no en beneficio de la sociedad. El diálogo que les cuadra es:
-¿Qué ha ocurrido?
-Algo que nos beneficia.

Me da miedo, y tristeza, contemplar este panorama de bienestar al que acuden esos desheredados con toda la esperanza en sus ojos. Y sí, vienen a un país donde es más fácil llegar a final de mes, pero es un país que entierra a 191 personas que no han vivido, y concentra su esfuerzo no en que no vuelva a pasar, sino en aprovechar de forma torticera su muerte. Capaces de mezclar el Chaos con el caos por ese puñado de votos.

Me quedo con la Justicia, en la que creo y creo que está haciendo lo que debe. Pero me entran lágrimas cuando veo, un día tras otro, que este pueblo, el mío, el de ellos, no tiene una pizca de políticos que se lo merezcan.

Me voy a callar un rato. Voy a rogar en silencio por ellos, por todos ellos. Por todos ellos.