miércoles, 10 de septiembre de 2008

Fotografías desveladas

A lo peor, esa estadística que afirma que dos de cada tres internautas no saben distinguir una noticia de un bulo se queda corta. Estos días, el Telegraph ha recopilado algunas de las fotos manipuladas que llevan años rodando por internet y los medios de comunicación. Las hay graciosas y otras que no lo son tanto. Las hay que nacieron como una gracieta entre amigos y que sin saber cómo se les escapó de las manos y terminaron siendo, oh cielos, casi verdad.

Pero eso de manipular fotos no es de ahora, qué va. La información gráfica es tan susceptible y tentadora de ser manipulada como cualquier otra forma de comunicación. Al final, eso de engañar a toda una sociedad no es tan complicado, y si no, que se lo digan a Orson Welles.

Para los perezosos, dejo aquí un resumen de las imágenes recopiladas por el Telegraph:


Y para los ociosos, copio y pego lo que escribí ya hace más de cuatro años, a propósito de un disparate cometido por otro diario británico. Un momento como cualquier otro para volver a reflexionar sobre la peligrosísima manipulación gráfica.

LOS HECHOS

1 de mayo de 2004, sábado. El rotativo británico Daily Mirror –casi dos millones de ejemplares de circulación diaria– publica, a toda primera plana y con profuso despliegue interior, fotos de soldados británicos vejando a prisioneros iraquíes. El reportaje, que se remarcaba en portada como de “Exclusiva mundial”, provocó un inmediato escándalo, y no sólo entre la sociedad británica sino a escala mundial, toda vez que venía a sumarse al nacido pocos días antes por otras fotos, de las mismas características, protagonizadas por militares estadounidenses en pleno ejercicio de tortura sobre el vencido.
El Gobierno británico, desde el primer momento, sostuvo que las fotos eran falsas, producto de la manipulación, y aportó pruebas; las más contundentes, que los uniformes, las armas y los vehículos militares que aparecían en las imágenes nunca, nunca, habían estado en la zona del conflicto. Argumentos que nadie ha podido rebatir hasta hoy.

13 de mayo de 2004, viernes. La empresa editora del Daily Mirror destituye al director del periódico, Piers Morgan, principal responsable de la publicación de las imágenes y quien defendió y lo sigue haciendo su autenticidad.

14 de mayo de 2004, sábado. El Daily Mirror publica a toda primera plana su perdón por la falsa información, al tiempo que pedía disculpas al Regimiento de la Reina de Lancashire, al que pertenecían los presuntos soldados autores de las torturas, por el daño causado a su reputación.
“El diario –decía– ha publicado de buena fe fotos que creía absolutamente auténticas de soldados británicos maltratando a un preso iraquí. Pero hay pruebas que sugieren que las fotos son falsas y que el Daily Mirror ha sido objeto de un engaño calculado y malicioso”. Como justificación añadía que, aunque sin pruebas, tanto Cruz Roja como Amnistía Internacional sospechaban de los abusos.


EL COMENTARIO

El Daily Mirror no fue sincero ni con su título de arrepentimiento (“Perdón.. fuimos engañados”). En honor a la verdad debería haber escrito: “Perdón.. les hemos engañado”. Porque, ¿qué les importa a los lectores si los responsables de su periódico han sido engañados o no? ¿No es parte (¡esencial!) de su trabajo la diligencia para verificar toda la información que llega a sus manos antes de publicarla? ¿No se supone que siempre deben hacerlo? ¿O es que antes, a lo largo de sus más de cien años de historia, también han sido engañados y nadie se ha enterado?
MMEl episodio, de no ser tan grave, recordaría al desenlace de la típica novela negra de serie Z, cuando el asesino se ve cara a cara con la familia de su víctima y dice: “Perdón, fui engañado, me dijeron que las balas eran de fogueo”. Y sigue su camino.
MMEl director, principal defensor de la veracidad del documento gráfico que ordenó publicar, fue cesado a los trece días. Entre la publicación de las escalofriantes fotografías acusadoras y la petición de perdón transcurrieron catorce días. Unos tiempos eternos, si se tiene en cuenta que el Gobierno británico, con pruebas, demostró la falsedad de las imágenes a las pocas horas de ser publicadas. ¿Tan complicado hubiera sido que contrastaran con ellos la autenticidad del documento antes de lanzarse a un camino de imposible retorno? ¿O es que su mal entendido orgullo periodístico les impedía enseñar las fotos a quienes podrían velar el carrete y fastidiar su “exclusiva mundial”?
MMEl Mirror, lejos de encarar con humildad su gravísimo error, intentaba quitarse responsabilidades de encima con argumentos tan peregrinos como que sus fuentes eran soldados británicos y que hasta la Cruz Roja y Amnistía Internacional estaban alertando sobre los abusos a prisioneros iraquíes. O sea, diez mil moscas no pueden equivocarse. Según este hilo argumental, más falso que un euro canadiense, la periodista Janet Cook, de The Washington Post, podría reclamar el Pulitzer que le quitaron cuando se demostró que se había inventado la historia por la que había sido galardonada, la historia de un niño drogadicto. “Bien, vale –diría–, mi Jim no existe, pero hay muchos niños drogadictos, creo”.
MMY más argumentos del Mirror que, lejos de tranquilizar o exculpar, ponen los pelos de punta: “Publicamos las fotos de buena fe”. Menuda profundidad argumental. Según los responsables de este rotativo británico, que acaba de sembrar otro campo de minas antiperiodismo, será suficiente con ser periodista bienintencionado para trabajar con ellos. Que se sea un profesional cabal, responsable, preparado, completo, entrenado en el servicio a la verdad por encima de todo... pasa a ser secundario. Lo importante es ir de buenas. Y si vas de buena fe, publica todo lo que te llegue, sin contrastar, sin confirmar… Parece como si los responsables del Mirror quisieran hacer realidad la vieja sentencia que se creía pura jocosidad entre periodistas: “No dejes que la realidad te arruine una buena portada”.
MM¿Quién repara tanto daño como se está haciendo a la sociedad y a la profesión periodística? ¿Y cómo se repara? ¿Pidiendo perdón y hasta la próxima? Mark Twain, en su época de periodista, dejó escrito: “No hay sufrimiento comparable al que una persona siente la primera vez que se le expone a un vejamen en la página impresa”.
MMSi los medios pierden de vista que la credibilidad es su gran patrimonio, el periodismo entrará en barrena. Las tentaciones de usar documentos gráficos, reales o manipulados, están creciendo geométricamente al ritmo de una sociedad cada vez más tecnológica y visual, donde hasta el último adolescente puede capturar con su teléfono una imagen comprometida para vender al mejor postor. O practicar con el Photoshop. ¿Estamos sirviendo al público en su derecho a la información o nos estamos volviendo locos?
MMEl periodismo está pasando el sarampión de la inmediatez y globalización que inoculan las nuevas tecnologías de la información y que puede provocar (está provocando) este tremendo delirio: lo importante es decir que tengo el documento y no si el documento tiene algo que decir...
MMJavier Marías se horrorizaba –¡con toda la razón!– desde las páginas de El País por la emisión en las televisiones (españolas y extranjeras) de las imágenes en las que un comisario de Policía sufría un infarto fulminate y fallecía mientras hablaba en una rueda de Prensa. ¿Era noticia él, o su muerte? No, la noticia era lo que estaba diciendo. Las televisiones estaban allí por lo que tenía que decir pero, ya puestos, no pararon de grabar la tragedia personal y privada (¡nunca de interés público o social!) de un hombre en su último momento. Presunto periodismo antes que necesaria caridad: como es lugar público –a lo peor pensaron– ya no tiene derecho a la intimidad. El fariseísmo de algunas emisoras, recuerda Marías, llegó a extremos de “suavizar” y “velar” el rostro de la persona “para no herir la sensibilidad de los telespectadores”. Y claro que la incógnita es obvia: ¿Qué habrían hecho esos cámaras y esos directores de informativos si el protagonista de la agonía hubiese sido su padre o su hijo?
MMLa escena, con algún atenuante, la volvimos a ver en las portadas de demasiados periódicos del 12 de marzo: el cadáver de una mujer, perfectamente reconocible, era rescatado de uno de los vagones reventados por las bombas del 11-M. ¿Era necesario? Pienso que no. Por desgracia, la barbarie de ese día dejó suficientes negativos explícitos como para dar opciones y elegir una que representara la magnitud del horror y terror sufridos sin necesidad de acudir a un rostro reconocible o a una escena lo suficientemente desagradable como para herir (esta vez sí) la sensibilidad de nadie.
MMSoñemos con que todo esto sirva para que el común de los periodistas –bases y mandos, dueños y empleados– dediquen parte de su tiempo a la imprescindible reflexión: la verdad por encima de cualquier exclusiva, la credibilidad como principal valor, el respeto como norma. El Periodismo es unívoco: está al servicio de la sociedad y de la verdad, y no de ningún otro interés. Lo demás es cáncer y hay que prevenir su metástasis. Hasta erradicarlo.

2 comentarios:

Luisgui dijo...

Estas historias son acojonantes Paco, deberían ser de obligada lectura para nuestros chicos de edición. ¿No?

El Rebobinador dijo...

Lo de la ola en Antofagasta en Chile fue todo un suceso pues generó una especie de psicosis entre los habitantes de esa ciudad quienes exigieron al alcade hacer entrenamientos y planes de evacuación en caso de un Tsunami...
El efecto de la Prensa...
Un gran abrazo a la distancia profesor.