domingo, 15 de febrero de 2009

Tal vez algún día lo consigáis

¿Aprueba usted la enmienda de los artículos 160, 162, 174, 192 y 230 de la Constitución de la República tramitada por la Asamblea Nacional que amplía los derechos políticos del pueblo con el fin de permitir que cualquier ciudadano o ciudadana, en ejercicio de un cargo de elección popular, pueda ser sujeto de postulación como candidato o candidata para el mismo cargo por el tiempo establecido constitucionalmente dependiendo su posible elección exclusivamente del voto popular?
A esta enrevesada pregunta ha tenido que decir sí o no –con su huella digital y cierta humillación– mi amiga Adlemy para decidir si su futuro, y el de su hijo, y el de todos, y el mío, pasa por que Hugo Chávez prostituya le ley para eternizarse en el poder. Adlemy tiene miedo porque es venezolana de pura cepa, tan grandota y tan negra que da gusto. A Adlemy su gobierno no le arregla nada, pero cada poco tiene que ir a las urnas, como hoy, para volver a decirle a Chávez que no quiere que siga manipulando su vida. Pero a lo peor le ha dicho que sí porque ni siquiera sabe qué ha contestado, a la postre: no sabía si el sí era para que siga o el no el no era para que se quede.

Hay fariseísmo internacional con Venezuela porque saben, tanto como yo, que Adlemy y sus millones de compatriotas están atrapados por un visionario que en su día quiso dar un golpe de Estado y hoy se perpetúa en el poder con las herramientas de la democracia en la que no cree. Pero no es dictador. Es presidente electo por un pueblo atrapado en su riqueza. Si Venezuela no fuera rica, el Europarlamento no hubiera malgastado nuestro dinero enviando a sus presuntos observadores. Si Venezuela no fuera rica, Adlemy sería pobre y estaría triste... exactamente como lo está hoy. Y Luis Herrero no habría salido en los periódicos porque nunca habría ido a un país que a Europa le importaría un rábano, si no fuera por sus pozos. Pero él ahora está en primera plana, como un héroe de las incertidumbres personales, mientras Adlemy dudará mañana, como hace cada mañana desde hace mucho, si manda a su Jonás a la escuela descalzo o con playeras: si se arriesga a que enferme o a que lo atraquen.

1 comentario:

Paco Piniella dijo...

Muy interesante tu punto de vista.
Saludos desde Cádiz