lunes, 23 de febrero de 2009

23-F: Tocado

Me parece que una de las cosas más difíciles de transmitir a los que vienen detrás es la propia experiencia vital. Mi abuela y mi madre me recordaban un día sí y otro también las miserias que pasaron en la posguerra española, la escasez, la cartilla de racionamiento, pero yo veía la despensa de casa llena y no entendía por qué debía comer las natillas con pan de ayer para llenar antes y más la panza.

En Twitter, que es una de las herramientas supermegasónicas actuales para que podamos comunicar al mundo entero y en tiempo real que nos pica un dedo del pie, hoy han hecho el experimento que, bajo el novedoso enunciado de "¿Y si...?", ha pretendido volver la vista atrás e imaginar que internet en general y Twitter en particular hubieran existido el lunes 23 de febrero, como hoy, pero de 1981, el día en que España sufrió el mayor atentado contra su incipiente democracia. Un experimento atractivo al que me apunté raudo, porque esto del mundo globalizado se ha convertido en una especie de feria gastronómica en la que hay que probar de todo, incluidas las natillas con pan de ayer.

Pero el experimento, lo confieso, me ha durado minutos. He recordado (actualizado) que ese día, a las 15:00 horas, me fui para mi periódico, en Bilbao, porque íbamos a publicar un cuadernillo especial con la elección de Leopoldo Calvo-Sotelo como presidente del Gobierno español. Se trataba, minuto a minuto, de recordar cómo vivió cada cual aquellas interminables horas. Y al poco he visto que la memoria es vaga y difusa, y que muchos de los que hoy comunican al mundo la buena nueva de su inquietante picor digital estaban entonces en pañales y hoy narrarían la terrible realidad con un primitivo lenguaje de guiños y emoticones.
Yo tenía 26 años, una hija de dos años que ya había oído los pelotazos de la pasma desde el vientre de su madre, vientre ocupado a la sazón por la hermana que le vendría en agosto. O sea, que como para sustos. Y bromas, las justas. Puede sonar a 'Cuéntame', pero estar en una Redacción a las 18:21 del lunes 23 de febrero de 1981 y oír en el cuarto de teletipos el tintineo de la máquina de la agencia Efe con su ***urgente*** informando de que unas personas disfrazadas de guardias civiles habían irrumpido en el Congreso e interrumpido la votación era para echarse a temblar. Etarras o militares, tirios o troyanos, qué más da, en medio de la incertidumbre la única certeza era la de que allí se estaba intentando matar a la libertad. En el periódico estuvimos hasta las tantas y mirando de reojo, contestando a los teléfonos, preparando una edición en la que yo creo que no sabíamos ni lo que sabíamos y, sobre todo, rezando para que aquello fuera una pesadilla o un mal sueño. Lanzamos la tirada tras el discurso del Rey pero (a ver quién me contradice) sin tener la certeza de que sus palabras iban a misa.

Así que no he podido seguir el juego histórico de Twitter. Lo he leído, lo estoy leyendo, pero no he entrado. Para mis hijas "aquello fue en blanco y negro" y son las batallas que están condenadas a escucharme desde su cuna hasta mi mortaja aunque les suena lo mismo que a mí me saben unas natillas con pan.

Y los medios están para cada momento. O son de cada momento. Hacer un periódico con dos teletipos, una radio que dio la cara, otras con marchas militares, silencios y un mensaje del Rey sin contexto, no tiene precio. No puedo seguir el juego de Twitter porque mi imaginación no me da y solo le pido a Dios que los árboles nos dejen ver el bosque, que el futuro no me sea indiferente y que el pasado no se convierta en un cuarto de juguetes.