lunes, 22 de septiembre de 2008

La 824, o la última

Si nadie olvida el nombre de Luis Conde será porque de verdad pasará a la historia como la última víctima de los hijos de la ira. Será porque de verdad la unidad y firmeza de todos dejará aislados en medio de la sociedad a los sicarios y bravucones que se apoderan de municipios que ni quieren ni les quieren. Será porque de verdad se ven sonrisas relajadas por esos pueblos que desde un ayer que dura demasiado están tristes y encerrados. Será porque de verdad se acabaron los intereses políticos que muy pocos entienden. Será porque de verdad las víctimas del terror dejarán de ser utilizadas por unos y otros y recibirán lo que solo merecen: cariño y apoyo. Será porque nadie más atiende nunca más a los rabiosos. Será porque la ley y la democracia se impondrán sin complejo a piruetas políticas y laberintos presuntamente ideológicos.

Pero si alguien olvida el nombre de Luis Conde será porque seguimos enredados en condenas de micrófono, en beneficios partidistas, en luchas dialécticas estériles. Será porque seguimos en un país democrático que admite el miedo en su presunta normalidad, con pueblos que nadie se atreve a gobernar. Si alguien olvida el nombre de Luis Conde y pasa a ser, sin más, la víctima mortal número 824 de los hijos de la ira, será porque seguimos donde estábamos.

2 comentarios:

Nacho Uría dijo...

La tristeza, Paco, es que en muchos, muchos ayuntamientos (Bergara, Orio, Uharte-Arakil... no sigo), les quieren y les aplauden y creen que matar es legítimo si tienes un ideal. Como si eso justificara atentar contra la vida ajena.

Nahum dijo...

No ha podido decirlo mejor Nacho: en muchos sitios les quieren, les comprenden, les nombran hijos predilectos, les hacen kalejiras, les dejan tirar el chupinazo...