En el Cerro del Águila no están los cañones de Navarone, que es lo que cabría esperar, sino el paradisíaco refugio del IESE, en las afueras de Madrid, en un rincón invisible de la carretera de Castilla. Al taxista hay que ir diciéndole paquí y pallá hasta que atine porque ni el GPS le sirve. Si algún día nos invaden los que todos sabemos, servidor pide asilo en el IESE porque fijo que se salva de la quema.
Bueno, estoy haciendo un poco el Paco Martínez Soria porque ¡madre mía! qué cacho instalaciones tienen instaladas los maestros del máster. Las he descubierto este fin de semana porque yo, cuando me pongo a viajar, me voy a casaquisqui pero ni me entero de las rotondas madrileñas. Pero como había sido invitado al V Seminario FCOM Profesionales, pues hala, a conocer el entorno.
Los Seminarios FCOM profesionales son la perfecta excusa académica para el reencuentro. Sí, hay academia, y doctos, pero como diría el dermatólogo, vayamos al grano: veámonos las caras, qué es de tu vida, quién te ha fichado, ¿en serio?, no me puedo creer que te paguen esa miseria, me acuerdo de ti pero no me sale el apellido.
He disfrutado con el programa que, bajo el genial título de Comunicar por todos los medios, nos ha reunido a un centenar largo de efecomes para hablar del mensaje y sus canales de difusión, o sea, lo que nunca me cansaré de escribir: lo importante es lo que tienes que decir y lo secundario cómo lo vas a decir. Bueno, pues ya puesto, pedantería: "If people want information beamed directly into their minds, we will create a cerebral cortex edition" (Arthur Sulzberger jr., editor de 'The New York Times').
Qué voy a decir: pues que de entrada tuve el honor de presentar al maestro José Luis Orihuela (¿en serio necesita presentación?) y que me dejó más que relajadito cuando comprobé que comulgábamos: periodistas necesarios de refundación, periodistas con criterio que marquen camino, calidad frente a cantidad: el profesional de la información seguirá siendo el único referente para aventar la paja del grano informativo. Y luego Adrián Segovia, tan hooligan de lo que hace que da gusto porque se le ve, se le siente un descubridor de las inmensas estepas digitales, y eso que ha puesto el intermitente hacia el marketing. Y otros como Chema, que lleva menos tiempo en la batalla, pero habla con la misma pasión de lo que se ha encontrado enfrente (y mira que me asusta su manía con lo viral…) que es imposible pensar que esté equivocado.
Hay vida. Esto es un universo de comunicación en cuyo bigbang estamos inmersos y es tal el estruendo que muchos no pueden, y no quieren, escucharlo. Los más mezquinos hasta lo niegan (dijo la zorra a las uvas). Pero otros muchos estamos fascinados y pidiéndole a Dios: detén el tiempo para saborear cada paso que damos. Yo me encargo del powerpoint para explicárselo a los descendientes de los descreídos. Nada nuevo bajo el sol. Qué lastima que las revoluciones las sabereen los historiadores y no sus protagonistas.
1 comentario:
Mil gracias, María. A mí me encanta que haya entrado. Vuelva cuando quiera, que no me muevo.
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