Los miserables (tercera y cuarta acepción) son los que quieren construir imperios mediáticos saltándose a la torera las leyes de la libre competencia, rompiendo acuerdos comerciales en aras del interés general… y después quieren nutrir su emisora de televisión con periodistas licenciados en mi Facultad de Comunicación con contratos de dedicación exclusiva por 400 euros brutos al mes.
Los miserables son quienes levantan un periódico bajo la bandera de que va a ser más rojo que hierro en fragua pero aplica una disparatada política de contratos heredada del más hondo capitalismo, con unos salarios que van del cielo al infierno en el mismo pasillo de la Redacción. Los miserables son quienes ofrecen a los del cielo la salvación en la tele del grupo si el diario no funciona, y a los del infierno que se vayan al ídem.
Los miserables son los editores de algunos periódicos a los que no se les agota la tinta para denunciar la opresión del pueblo, la falta de derechos históricos y presentes del pueblo, las desigualdades territoriales y sociales del pueblo, pero piden periodistas licenciados por 300 euros brutos al mes por trabajar los fines de semana completos, porque ellos no pueden currar porque tienen que ir de compras, de cenas y de obligadas beefeater posteriores. Rojos y nacionalistas de diseño que me juzgan de reojo porque llevo treinta años casado y eso tiene que ser porque seguro que seré de derechas y facha, a la fuerza, y no como ellos, que están sin salir del pub dale que te pego y venga a liberar al pueblo de sus opresores porque son un pedazo de enviados especiales.
Los miserables, y hasta subnormales, son los propios periodistas que se han dejado cegar por este escenario y, desde su miserable poltrona, escriben lo que mis ojos nunca habrían creído leer (y respeto la ortografía del mensaje de quien pide ‘profesionales’, donde sustituyo por xxx palabras identificables): “Necesito urgentemente algún colaborador externo que nos haga una página de Parlamento. Quremos darle un tratamiento de espias, me explico, queremos saber de que hablan nuestros parlamentarios xxx, y no sólo en xxx, si no también lo que hacen nuestros parlamentarios en Madrid, si participan, si miran por los intereses de xxx en la capital o, por el contrario, se dedican más a comer en buenos restaurantes y salir a la puerta del hemiciclo a fumar”. Y añade: ”Para ello necesitamos a alguna persona que ya está trabajando pero tenga tiempo para hacer una página semanalmente en nuestro periódico, o bien, alguien de 4º curso que sea muy bueno y que pueda empezar a hacer algo, o que le queden asignaturas sueltas. No se, seguro que a ti se te ocurre algo o a lo mejor conoces a alguien (…)” y no sigo porque me voy a cabrear más de lo que ya lo estoy. (Aunque es necesario añadir, por el contexto, que esta persona esclava de sí misma no menciona ni condiciones ni salarios del extraterrestre que persigue, probablemente porque no se ha tomado la pastilla de las ocho, y mira que se lo dijo el médico).
Los miserables son los empresarios de medios que incuban, portan y propagan el virus fariseum y los profesionales del periodismo que se dejan inocular. A la especie común de ambos nocivos también se les conoce por bocazas, hipócritas y otros epítetos que, si bien están recogidos por el DRAE, no procede enumerar, porque el autor de este comentario prefiere dejarlo al libre albedrío de los que todavía no estén contagiados.
8 comentarios:
Don Paco, miserables nosotros, que dejamos que rebajamos a hacer esas cosas por 300 euros...
(Y luego dicen que prostitutas son mujeres de la calle)
No puedo estar más de acuerdo.
No sólo nos rebajamos, pensamos que, si no lo hacemos, nunca encontraremos nada...
Cierras los ojos y p´alante
Completamente de acuerdo.
Hace tiempo que insisto en la idea que tú planteas pero parece que hay que dejarlo como está.
A la rebelión!
Un saudiño.
Podríamos elaborar una lista de este tipo de miserias. Yo conozco unas cuantas, pero aquí va una muy reciente.
Diario gratuito pide, en una ciudad en la que no tiene edición, un periodista que redacte noticias de esa ciudad 25 días al mes, para la edición digital. Sueldo: 600 euros brutos. Por supuesto, el periodista pone el lugar de trabajo y el ordenador y paga los gastos de desplazamientos, llamadas y demás. Si esos gastos los tiene que descontar de los 20 euros brutos diarios que gana, ¿a cuánto sale la hora de trabajo? ¿A 3-4 euros?
La persona a la que le hicieron esta oferta dijo que no. A la semana le volvieron a llamar para ver si se animaba (sic). Que no. Al cabo de un mes volvieron a llamarle un par de veces más. Que no y que no. Se ve que les costaba encontrar a algún esclavo y que buscaban a alguno que estuviera ya al borde de la inanición.
Ese diario defiende con mucho énfasis la justicia social y los derechos de los trabajadores.
El otro día vi una oferta de trabajo para "asistente de comunicación" en importante empresa de motor.
Pedían dos años de experiencia. Comprensible. Lo que no entiendo todavía es que persona con dos años de experiencia pretenden que quiera trabajar por 300 euros al mes (sólo mañana)
Sigo indignada...
Los dueños de los periódicos son todos unos hijos de las cuatro letras. Máximo beneficio, mínimo coste. La plantilla está cerrada, es que gastamos mucho papel, cada vez se vende menos, entra cada vez menos publicidad, bla, bla, bla... eso sí cada vez más jefes burócratas, estómagos agradecidos y menos indios. Y queremos que el periódico sea competitivo, que pises noticias, que hagas temas innovadores y a ser posible que pongas buena cara...
Si seguimos donde estamos es porque evidentemente la hipoteca nos aprieta, pero sobre todo porque nos gusta esto más que comer con las manos, es nuestra droga, nuestra forma de vivir, nuestra pasión... pero eso no quita para que digamos las cosas en voz alta y claras. SOIS UNOS EXPLOTADORES.
Cabe añadir que Fundación Empresa Universidad de Navarra durante años, así lo sufrí yo y muchos otros, colabora con la explotación de periodistas en los medios...Sin contrato, sin vacaciones, sin seguridad social, sin asegurarse que se trata de un modo de inserción en el trabajo y funcionando como una ETT (se quedaban parte de la pasta)aunque ni siquiera ellos hubieran hecho la gestión.
Paco, en todas partes cuecen habas.
Ignacio Murillo.
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