viernes, 31 de agosto de 2007

El verano, asesinado

¿Qué rematan por tres euros? ¿Cómo te rematan por tres euros: con un maniquiazo en la testa? Foto: Ana y Paco Sancho.

Por si alguien lo dudaba: el comercio es agresivo de narices y se vale de la terminología violenta para convencernos de que quememos la visa en sus trincheras de corte británico. Ya no es sólo la subliminal ‘liquidación’ calabresa de una cazadora de piel para compensar que su precio se ha disparado sino que, llegado el caso, se remata para que pueda avanzar el otoño. Si en la guerra hay bajas, pues aquí rebajas. El caso es dejarnos con las vergüenzas al aire.

En cuestión de ropa, por lo menos, las tiendas son batallones de un mismo ejército con un único proveedor de munición. Mi teoría es que si una noche vas al centro comercial (de negro riguroso, con pasamontañas) e intercambias los letreros y etiquetas entre los zaras, hacheyemes, bershkas et. al. no se da cuenta ni blas. A las comprodependientes siempre les oigo cosas parecidas: “Qué falda tan mona; ¿dónde te las has comprado?”. O sea, que se trata de identificar el local (quinto a la derecha) porque la experta no sabría reconocer si es de Stradivarius o qué.

Y cierro con mi reconocida ignorancia. Nunca he entendido las rebajas, las del cartelito con el Antes: 250 €. Ahora: 170 € porque, si ahora son 170, doy por sentado que es su precio justo; entonces, ¿por qué antes fueron 250? Suena a atraco. Pero mis palabras son pólvora mojada. En el día de hoy, cautivo y desplumado el comprador flojo, han alcanzado las lonjas nacionales sus últimos objetivos comerciales. La rebaja ha terminado.