Tras reponerme de la conmoción que supone comprobar el nivel intelectual de algunos lectores de este rincón, siempre agazapados ellos, tuve la tentación de explicarles yo mismo el argumento. Pero, ¿y si pecaba de prepotente listillo que se ríe del nivel intelectual de los menos agraciados?, ¿no sería una manifiesta falta de caridad?
He resuelto la duda escribiendo un correo a mi admirado profesor Aquilino del Moral Cifuentes, catedrático emérito de Epistemología Artística Aplicada en la Universidad Pública de La Codoñera (Teruel), para despejar las dudas de quién era aquí el orate, si el anónimo o servidor. “Don Aquilino –le decía esta mañana–, me gustaría que visionara el corto que le adjunto y me sacara de las dudas que están en el ambiente; ¿tiene alguna justificación el que un ser normal, con educación, digamos, universitaria, tenga dificultad para entender la trama de La mirada? Aunque sé que es un hombre muy ocupado, le rogaría una rápida respuesta, pues somos cientos, por no decir miles, los que estamos en vilo. Atentamente, Pacotto”.
Para mi grata sorpresa, esta tarde tenía en mi buzón la respuesta de don Aquilino, y que además me ha tranquilizado en gran parte de su contenido. Paso a transcribir:
Muy señor Pacotto:Desconozco cómo ha conseguido mi dirección de correo electrónico, pero le rogaría que de ahora en adelante deje de molestarme. Pero en fin, ya que me ha enviado el corto, he terminado por verlo mientras almorzaba y paso a exponerle mis consideraciones.
Me sorprende lo que dice de que haya una sola persona que no entienda, a la primera y de un tirón, la historia que envuelve 'La mirada'. Hasta un bachiller se habría dado cuenta de que el autor regresa a sus impulsos púberes en lo que se refiere a madurez cognoscitiva, de modo que le basta mezclar ese químico ingrediente social a través de un cóctel de personalidades/tipo para destapar el cruce de caminos vital en el que confluyen la infancia, la parálisis, el amor tenso, lo fraternal, lo generacional, el golf, la bondad, la maldad y la crueldad hasta derribar el mito de la infancia eterna que ya describió en su día la metáfora de Peter Pan, en una colisión múltiple en la que nadie está seguro a todo riesgo, incluso (si me apura) por daños a terceros. La volatilidad de la inocencia infantil llega hasta la contundente personalidad materialista adulta en menos de siete minutos, de modo que el autor consigue transmitirnos que la vida es un acelerante sin freno por carril predestinado, donde el amor y el dinero se funden sin solución de continuidad.
Por cierto, el actor que hace de padre de Guillermo me ha parecido, lisa y llanamente, insuperable.Y por favor, en serio, no vuelva a escribirme.
Atentamente,
Creo que, después de las sabias explicaciones de don Aquilino, cualquier comentario por mi parte estaría de más. Lo que más me sorprende es que parece que me ha leído el pensamiento.
Para entenderme mejor:
4 comentarios:
Don Aquilino... Quién le ha visto y quién le ve. Actor frustrado. Director frustrado. Apenas consiguió publicar media docena de reseñas cinematográficas en una hoja parroquial.
Don Aquilino... Lo conozco bien. Por eso no quiero meter más dedos en la llaga. Ahora vive en un centro para personas "con problemas". Bastante tiene con recordar que se llama Aquilino.
Alaaaa Alaaaa, más carbón!!!
Bueno Paco, todo será entendido una vez hayáis muerto todos. A los grandes artistas es lo que les pasa...
Mira Van Gogh! Por favor, no os cortéis ninguna oreja
Don Paco, estaba yo pensando, al hilo de esta revolución silenciosa que nace, nace y crece por los pasillos...
¿Lazos negros en los Kino? Lo de las plañideras lo veo ya más complicado...
Lazos negros... no sé.
¿Y una pancarta sabanera? Algo que ladre
JURADO, ERES UN MEZQUINO
LA MIRADA MERECE EL KINO
o
JURADO, PESEBRERO
LA MIRADA ES LO PRIMERO
o pegatas en la gala que digan
YO TAMBIÉN SOY DEL GRUPO 3
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