lunes, 10 de septiembre de 2007

Ridículum vítae

Redactar el currículo es el arte de magnificarte en tercera persona. O sea, como disimulando, como si al escribir "realizó una estancia de maestría en Francia" yo quisiera dar a entender que alguien me vio en París el único fin de semana que pasé, hace años, para ver la final de la Recopa y el gol maestro de Nayim, y ese alguien se apresuró a escribir a mi futuro empleador recomendándome.

Pero qué le vamos a hacer. Los currículos son trámites necesarios para acceder a la cola del paro; porque si tu curri no está en la bandeja de entrada del jefe de Personal, que para luego lo mira, es que ni existes. A este reclutador de ansiosos becarios no hay frase que más le guste que la de soltar por teléfono al candidato: “Envíeme su currículum y si eso hablamos” que es un latiguillo delicioso, rebosante de léxico, argumentos y concreción.

Así que, aun sabiendo el futuro cierto que le espera al Word (y world) al que nos enfrentamos, nos ponemos manos a la obra. A ver… ¡ah, sí, claro, si precisamente hice un cursillo de Word en el centro cultural del barrio!: "Domina los programas tecnológicos de autoedición". Sigamos: kaixo, agur, aita, lehendakari… "Conocimiento del euskera a nivel conversación". Va bien, va bien… ¡ah!, hace un mes me paró una periodista en la calle para preguntarme qué opinaba del precio de los melocotones… "Ha colaborado en medios de comunicación" y, ya puestos, "Posee conocimientos de coyuntura económica que ha expuesto en público". Y el broche, para gozarla, es cuando llega lo de las aficiones, todas ellas obligadas para dar buena imagen: “la lectura” (del messenger), “la música coral” (Metallica), “el cine de autor” (Tarantino), “los deportes” (en la Sexta) “y asistir a conferencias” (por Skype).

Pero no pasa nada, tranquilos: es normal y yo mismo me sorprendo de lo bien que me escribo en tercera persona sobre mí mismo; me admiro por conocer por primera vez a semejante tipo del que hasta la fecha no tenía ni idea de lo guay que era, y mira que lo tenía cerca. Y es normal también porque, para los que como servidor se han tenido que tragar currículos al peso, se aprende a distinguir, a leer entre líneas, a destilar, a aproximarse a la verdad. Además, no veo pecado en que uno saque brillo a sus medallas, aunque sean de Rastrillo: autoensalzarse humanum est, sobre todo si hay habichuelas de por medio.

Lo que sí es para troncharse de risa es lo de Wikipedia, ya saben, la enciclopedia virtual que escribimos entre todos. Allí se puede aprender desde fundamentos de mecánica cuántica escrita por expertos… hasta biografías de ‘personajes de interés público’ escritas por… los propios protagonistas en carne mortal con ansias de inmortalidad. Les recomiendo, fervientemente, que se den un garbeo por tamañas epopeyas para partirse de risa.

Yo, por aquello de la deformación profesional, me he estado entreteniendo en la Categoría: Periodistas de España y es que no puedo más, no puedo más. Hay, por ejemplo, un tipo bien conocido que “fue expulsado de la Universidad por sus actividades antifranquistas”, algo de lo que por primera vez tenemos noticia sus compañeros de aula. El de Alatriste se confunde de género y menudo novelón nos suelta en su autopanegírico. Otro considera que haber escrito un capítulo para un libro en su vida le da acceso también a la Categoría: Escritores de España junto a Cervantes. El de más allá (que se nos presenta como relaciones públicas y periodista) suelta esta joya sin desperdicio: “Gozó del favor del público y consiguió notables éxitos editoriales con sus obras sobre la Monarquía española. Contrariamente a otros periodistas y escritores que han tratado las cuestiones dinásticas, frecuentó archivos y bibliotecas y sus libros y artículos eran tan amenos en el fondo como rigurosos en la forma” (que digo yo que sería al revés, rigurosos en el fondo y amenos en la forma, pero vete a saber). Y otra pedazo profesional, que conducía un programa en una tele autonómica, comparte con todos nosotros (gracias) que “tal fue el éxito, que es contratada por una cadena nacional”. Por tanto, nada que objetar a que el tipo de los calzoncillos del Sardá se considere con derecho también a entrar en la categoría periodística española.

En fin, para qué seguir. Dejo en sus manos este pasarratos con la seguridad de que me lo agradecerán. Bendita Wikipedia, benditos humanos… Por sus loas los conoceréis. ¿Quién necesita abuela?

3 comentarios:

Nahum dijo...

Pues yo le conozco en segunda persona y me cae usted bien, Don Francisco. Aunque no sé por qué hoy le gotea tanto el colmillo, leñe. ¿Sindrome post-vacacional?

Por cierto, dé nombres, dé nombres. ¿Quién es el antifranquista? Al pinchar, la primera que he visto es una tal Begoña EChamorro. Ahoraloentiendotó...

Anónimo dijo...

Yo no soy ese.
Es más, no figuro en ni niguna de las dos categorías. Quiizá escriba para que me incluyan, al menos en la categoría de los "periodistas forales". Porque los tres nominados tienen su aquel: el bueno de Joaquín Luqui, el feo de Urdaci y, toma ya, la mala de Uxue Barkos. Conmigo seríamos cuatro. Al menos daría para un mús. ¿Quién sería mi pareja?

Sonríe dijo...

Bravísimo.