viernes, 4 de diciembre de 2009

El guardián entre el cieno

A estas alturas democráticas se hace difícil, muy difícil entender el caso de Diego Pastrana, el joven acusado de maltratar y asesinar a su hijastra de 3 años, y que fue moral y mediáticamente linchado sin el menor atisbo de la presunción de inocencia que le garantiza el artículo 24 de esta Constitución treintañera. Un parte médico, tan precipitado como irresponsable, y una filtración sobre su terrorífico contenido “justificó” el que varios medios de comunicación se lanzaran a la yugular de este santo inocente, llamándole asesino, a secas, y jaleando para que otros lo hicieran.


El caso de Diego Pastrana es un síntoma más del estado acelerado en el que vivimos. La globalización, internet y el totum revolutum nos lleva a todos y a toda leche hacia no sabemos dónde. Lo importante parece ser la inmediatez pero no la verdad, la anticipación pero no la investigación. Y, cuando uno descubre que las prisas le han hecho tropezar, con silbar para otro lado, asunto resuelto y a otra cosa, mariposa. Todo, claro, después de haber hecho añicos la fama, la intimidad y el futuro de una persona.

Sanseacabó Nº 63, emitido por 98.3 Radio






3 comentarios:

Mikel Arilla dijo...

A veces asusta hasta dónde somos capaces de llegar.

Javier Sanz dijo...

Hace un tiempo leí una frase que podría resumir este atropello:
"Que la realidad no te estropee un buen titular" (o algo así).

Un saludo

Nico Sangrador dijo...

De todas formas, cuando sale una información de este tipo, ¿quién no sufre, al menos la tentación, de acusar directamente al sospechoso