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(Para ambientar la lectura del relato hay que enchufar la banda sonora)Resumen de lo que pudo haber sido publicado:Tras hacerse pasar por
Jerreapoulos para
conquistar Grecia, nuestro héroe remendó
el diario de sus entrañas y
planeó sobre Barcelona antes de lanzarse a por los millonetis de
Dubai. Se transmutó en
Jawhar (sugerente nombre que viene a decir
joya) y embarcose hacia las eternas dunas del desierto, arrastrando tras de de sí a otra joya del periodismo sin fronteras conocido por
MAJ, quien pasó a ser bautizado como
Majamed por aquello de meterlo también en situación. Destino: rediseñar el
diario Al Bayan de Dubai y entrenar a sus reporteros en la práctica del buen periodismo.
Cap. XII: Predicar en el desiertoLos dos nuevos
Laurencios del siglo XXI, curtidos en mil destinos compartidos donde la práctica del periodismo puede llegar incluso a la heroicidad (
qué difícil es el Caribe, miamol), ya no le temen a nada. Quizás, sólo hubo pequeñas dudas postreras por parte del fiel Majamed y cuando la cosa tenía ya difícil marcha atrás:
–Jawhar, oh amigo –le dijo mientras los camellos 4x4 Tiramillas GTI les acercaban a destino–, bien sabes que no temo a los calores ni a las humedades. Desde que me transportas a exóticos parajes que no bajan de los cuarenta grados ni del cien por cien de humedad he acoplado limpiaparabrisas a mis lentes para barrer el vapor y ver algo entre cada ris-ras de las escobillas. Además...
–¿Pero además qué, joer, Majamed? –le apuró, nerviosillo, Jawhar.
–...Además, creo que también me estoy acostumbrando a extender mis conocimientos en emplazamientos donde laborar, lo que se dice laborar, no es precisamente una prioridad para el personal que nos han encargado tutelar.
–¿Adónde quieres llegar?
–A Dubai, contigo.
–¡Que no, joer –se impacientó Jawhar–, que a qué vienen esos comentarios!
–Pues que, como no formé parte de tu legación enviada a Grecia, no estoy entrenado para desempeñar oficio en cotidianos impresos con otros alfabetos.
–Si está tirao, tontín –le tranquilizó cariñoso.
–Ya, pero lo griego me suena como que menos difícil –insistió Majamed–. No sé, alfas y omegas y esas cosas parécenme más asequibles de partida, pero es que aquí...
–Hala, no marees, que es parecido –zanjó Jawhar–. Total, el que los signos sean un poco más raros, se escriba de derecha a izquierda, los de la redacción sean árabes, los de la la gerencia indios, nuestro intérprete no hable español y el que casi nadie se entienda en inglés pues son eso, detalles que, incluso, se pueden ver como pequeños alicientes.
–¿¿¿Pequeños alicientes, dices???
–Sí, joer, y vale ya, que llevamos dos dunas de retraso. Y además vuélvete a tu camello que me estás dando más calor que una estufa en el maletero.
(Continuará)