A lo mejor ya lo escribí, pero qué más da recordarlo: que una de las pintadas más fantásticas que mis ojos han visto, ante unas elecciones, era la que imperaba: Vota poco. Ni derechas, ni izquierdas, ni leches. Vota poco, con dos mojones: anarco y surrealista.
Y ahora me alegro de que el tema de la peligrosa manipulación gráfica resucite y se coloque en el primer plano de la actualidad, hasta el extremo de ser hoy una de las noticias más leídas de El País: Coto a la dictadura del Photoshop.
No, no, no me he perdido. Mi subconsciente une las dos cosas porque en el polémico asunto leo que Gonzalo Sánchez-Taíz, director general de la agencia McCann Erickson, justifica la manipulación de la foto de un aspirante porque (y va textual) "al final, lo que se está tratando de vender es un producto político y es legítimo que los candidatos traten de sacar su mejor imagen". Por eso considera lógico que se retoquen sus fotos y vería, igualmente legítimo que fuera acompañada de una leyenda -"en pequeño"- advirtiendo de que ha sido retocada. No obstante, sostiene que el uso del Photoshop en este tipo de propaganda puede tener efectos negativos para quien los emplea. "Está bien un retoque leve, pero si es muy evidente puede ser contraproducente".
Normalizar la trampa, para don Gonzalo, pasa por dos parámetros: que la mentira sea pequeña y que la mentira se confiese por lo bajinis. La imagen que la naturaleza no doma será realzada por Photoshop. Olé con la verdad comprada en If, olé con el engaño que se mete doblado. Y adiós a los esfuerzos que los periodistas honestos se empeñan en transmitir de que la verdad, sea escrita o retratada, no admite manipulación, y que la manipulación no admite adjetivos, no es leve o grave, no es poca o mucha, no es superficial o profunda.
Menos mal que, en mi ayuda, acude en el mismo reportaje una periodista de Hachette para hacerme la ola: "Manipular la imagen de una persona es falsear la verdad. Es adulterar la información. La información se adultera tanto si se falsea una foto como un texto".
No sé, pero parece casualidad que todo esto salga a la luz justo cuando acabo de dar una sesión sobre la manipulación gráfica, con la inestimable e imprescindible ayuda de Hany Farid, un investigador de la imagen a quien merece la pena seguir para aprender que lo que la Naturaleza no da Photoshop no arregla. Para la mentira no hay filtros.
2 comentarios:
Paco, m'a encantao. De verdad que tienes tiempo libre, caaabr... azo. Oye, espero que me eches de menos, siquiera un poquico. Abrazos oceánicos
"Mucho bien", Paco.
Este es un tema delicadete, más que el retoque, la edición digital. Gracias, Paco, por sacar ejemplos en "blanco y negro", algunas personas creen que editar las fotos después de que salen de la cámara es trampa y un crimen, cuando en realidad es lo normal y simplemente es lo que llamamos revelado digital (contraste, colores, niveles, etc...), algo que también se hacía en analógico. Pero, ojo, sin pasarse, que ahora es más fácil dar un mandoble de ratón y cargarse o duplicar algo que queda "más bonito". Como vemos, también se retocaba y trampeaba en analógico.
A mi es un tema que me da mucho respeto. A veces incluso "revelando" las fotos en digital, tocando contrastes o niveles se pregunta uno dónde está el límite.
Bueno, bien traído, Paco.
Un abrazaco grande. Un día de estos bajaré por allí.
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