sábado, 20 de septiembre de 2008

Concurso de microrrelatos de verano: la votación

Cerramos la estación y con ella el concurso de microrrelatos del verano 'Una imagen y cien palabras'. Entre los miles de originales recibidos en este rincón, el jurado ha seleccionado los seis finalistas, de los que saldrán los ganadores por votación popular y que recibirán los siguientes trofeos:

Primer premio: un gremiseo tallado con incrustaciones acrílicas e iniciales del autor bordadas al emplaste brumínico, obra original del artista don Acisclo Soteras junior.
Segundo premio: un vale canjeable por el 0'12 del euríbor en el FMI a fecha de Nochebuena de los corrientes.
Accésit: denegadit.

La foto que debía inspirar el microrrelato era ésta:
Y los seis microrrelatos finalistas son los que siguen (numerados por orden de recepción), para que el respetable juzgue y vote en conciencia en la casillica correspondiente de más abajo.

Nº 1. DISYUNTIVA, por Nico Sangrador
Al fin el tren empezaba a moverse. Parecía imposible que lo hubiera conseguido, tan fácil, tan rápido. No hacía ni dos días estaba a punto de ser encarcelado por algún delito sin fundamento, y ahora, estaba saliendo del país hacia un destino mejor. A sus ochenta y pico años, el pobre párroco estaba tan emocionado que apenas podía sostener el billete entre sus temblorosas manos.
En ese momento le vinieron a la cabeza los cientos de feligreses que dejaba atrás, a merced del mal. No lo dudó ni un momento. Se levantó de su asiento y se bajó del tren.
Nº 2. CUESTIÓN DE TIEMPO, por Henry Morton Robinson
Hay decisiones que comprometen a la vez el futuro y el pasado. Yo dispuse de 48 horas para tomar la mía: dos días de dudas y penumbra que me tuvieron asomado a la vez al precipicio de un futuro incierto, novedoso, sólo a ratos prometedor, y a los recuerdos de una vida que había sido en realidad una vocación que me trascendía y que en los momentos de mayor lucidez tornaba insignificantes y escasas todas mis vacilaciones. Cuando volví a ajustarme el alzacuellos tuve la certeza de que había acertado. Más aún: supe que alguien me había empujado muy suavemente hacia el acierto. Todo lo demás ya no me importa. Creo que recuperar la sonrisa será sólo una cuestión de tiempo.
Nº 3. EL NEGOCIADOR, por Ascen Añorbe
Pasarán kilómetros pero seguirá sin entender por qué esa madre no dejó que ayudara a su hijo. Él, que lleva tantos años de negociador, unas veces con éxito y otras no, nunca se había enfrentado a una madre que le dijera llorando, como ella lo hizo: “Déjele que le maten, padre, déjele que le maten”. Y claro que le mataron, con el mono puesto, cuando amagó con asomar por la trasera de la sucursal. Le absolvió en su charco de sangre y, cuando se iba impotente para la estación, escuchó que la madre decía “gracias, Dios mío”.
Nº 4. SIGILO, por Marina García de Galdeano
Nunca me había pesado el sigilo sacramental hasta que aquel hombre de mirada esquiva y acento extanjero se asomó a la penumbra vespertina del confesionario y me susurró con prisa los detalles del crimen. Cuando revelé a la policía dónde estaba el cadáver, todas las sospechas se precipitaron sobre mí: al fin y al cabo, nuestra familia acumulaba décadas de animadversión y agravios contra la víctima. Era improbable que el secreto de confesión sirviera de coartada. Al menos el juez me ha concedido el privilegio de cumplir la condena en una cárcel lejana y pequeña. Estoy viajando hacia allí. Tengo algo de miedo, pero creo que debería estar contento.
Nº 5. SIN TÍTULO, por Caravinagre
Sé que ese hombre siempre lleva dos cosas en la maleta, únicas e imprescindibles. Nunca fallan. Y no se ha desprendido de ellas desde que tenía 13 años ni lo hará hasta que le den tierra y vaya con Dios.
Nº 6. 6 DE JULIO, por Epi
El aire se me hizo más irrespirable y mi sensación de asfixia se agudizó al cruzar hacia los andenes. En quince minutos salida con destino Pamplona. Caminé cansado hacia el tren inmerso en el bullicioso y alegre ajetreo del andén número 4.
El txupinazo había llegado hasta Madrid. Alcancé mi vagón abriéndome paso entre tanto navarro impaciente. Asiento con ventanilla. Por fin pude sentarme molesto por cuanto me rodeaba. Enfrente una cara diferente, equilibrada, distante de todos, aparentemente también ajena a lo que le rodeaba. Oí el clic. Era un japonés y me había sacado una foto. A mis años.
Y a continuación, a votar el preferido teniendo en cuenta que:
1.- El plazo finaliza a medianoche del sábado 11 de octubre.
2.- Solo se puede votar una vez desde el mismo ordenador (trampas, las justas).

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