miércoles, 6 de enero de 2010

El arte de saber mirar

Guardo como recuerdo lejano, muy lejano de mi infancia, una de esas primeras dudas que asaltan al mocoso: el sabor que yo noto del plátano, del chocolate, de la leche, ¿es el mismo que notan los demás?, ¿cómo podemos saber si esos demás sienten lo mismo? Luego la tontería se pasa y uno entiende que pertenece a la misma especie animal que otros miles de millones de seres que han sido, son y serán, y que lo lógico es que todos sientan lo mismo.

Pero no, no era tanta tontería. El sabor del chocolate puede ser el mismo para todos pero no provoca las mismas sensaciones, porque son sensaciones personales. Pasa lo mismo con el oído, porque un sonido será el mismo para todos, pero cada uno reacciona y se emociona a su manera, porque elige los que le son agradables y los que no. A lo mejor, en otros dos sentidos, sí que hay mayoría, porque los olores, con sus matices, y el tacto, con sus excepciones, admiten un repertorio más limitado de disidentes entre lo agradable y lo que no lo es tanto.

Es en la vista donde se producen los mayores disparates de percepción. Algo que está, evidentemente, a la vista de todos, puede ser captado de modos antagónicos. Y la fotografía es el arte de saber mirar, no de saber retratar. Estás con alguien que desenfunda su cámara, dispara, y te preguntas qué ha visto de especial, si tú no ves nada fuera de lo normal. Esa interrogante se disipa cuando ves el resultado, y te quedas hasta casi humillado al comprobar que cualquiera lo podía haber visto, pero no, solo fue una persona.

Lejana tiene la mente despejada para ver lo que otros ni siquiera intuimos, y por eso sus fotografías sorprenden por su cotidianidad, porque no se dedica a captar cosas extraordinarias sino ese entorno que nos rodea a todos y que, en verdad, es el que encierra infinitos ángulos extraordinarios. Saber mirar, es el arte de saber mirar. Sin duda.

[Prólogo del libro Lejana'09: anuario gráfico]

1 comentario:

Nahum dijo...

Buena prosa para comenzar el año D. Francisco.

Lejana mola, qué vamos a decir. Y el juego de referencias en la composición de página no es casual, ¿verdad? ¿La gata y la cuñada?