Dicen los editores, un año más, que su montoncito de oro está menguando y piden ayuda, al Gobierno (a quién, si no), para recuperar la grandeza de aquel montón de antaño, cuando los lectores les compraban sin pedir nada a cambio. Los que reclaman, sin que se les mueva una ceja, son los mismos que llevan años bailando la paginación hasta bajarla a la mitad según el mes pero sin bajar el precio, despidiendo a periodistas y llenando con agencias de noticias "los huecos que no tienen publicidad". Bailan el producto, lo degradan, ofrecen la mitad por lo mismo, no informan, no analizan, no contextualizan , no enriquecen nada de nada y encima va y la culpa es del cliente por no comprar lo que no saben hacer ni vender. El periodista es el último eslabón, y por tanto prescindible, del mecanismo industrial; o sea que cuando hay que recortar gastos, lo mejor es decirle a Ismael, Marieta y al otro licenciado del que ahora no me acuerdo cómo se llama que se van a la calle para balancear sus setecientos euros. Brutos.
Manual de ataques a la ortografía. Nota oficial. Texto base del camuflaje de la realidad en redacción farragosa para intentar maquear el presente y futuro. Aprobado por unanimidad.
Cómo me gustó, en el congreso de Zaragoza sobre el futuro de los periódicos, el que alguien recordara eso de que la prensa es el único negocio que empobrece su oferta cuando decae la demanda: si un restaurante se queda sin clientes ofrece, por los mismos diez euros, un menú que te abruma, pero si a la prensa le alcanza el alud, va y ofrece por los mismos 110 céntimos un resumen impreso de lo ocurrido, un montón de obviedades y un cincuenta por ciento de publicidad no deseada en la mitad de páginas deseadas.(El texto íntegro del comunicado de la AEDE está en este puntoDoc)
1 comentario:
Buf. Y buf.
El símil con el restaurante es muy bueno. Qué tristeza.
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