El compromiso del reencuentro rara vez pasa del repetitivo "a ver si nos vemos". Nadie tiene la culpa pero la vida nos va disparando a los cuatro vientos y, por mucho que me digan, no habrá red social, comunicación virtual ni 3.0 que supere al abrazo, al beso, al cosquilleo que entra cuando el de enfrente es de carne y hueso y no un emoticón. Cuando estamos juntos nos queremos con premura porque un absurdo reloj nos marca y ordena que se hace tarde, así que el amor que sentimos y el tiempo invertido en conjunto no es pleno porque enseguida vendrá el adiós. Será por eso que nos besamos a toda prisa y con ruido.
Cuatro primos hermanos Sancho, los que nacimos el mismo año y desde entonces nos quedamos con lo de
quintos, dijimos un día basta y decidimos, como buenos maños de cuna, que la sociedad nos ganaría la guerra pero no las batallas. Y así es como desde hace
dieciséis catorce años, con un par, nos propusimos que el "a ver si nos vemos" se elevara a la categoría de orden y nos encontráramos, fijo, cada dos años: bienalmente, uno de los cuatro en rotación se encarga de organizar la cita y todos acudimos como locos, hasta el extremo de que la siguiente generación (
next generation, que dicen los que van de tontos del
cool) es la que más nos arrea para que la cita sea innegociable.
Nos hemos vuelto a encontrar, el 8 y el 9 de noviembre en Zarautz, y han sido tantas las risas y los besos que lo de la lubina y el chuletón fueron lo de menos, aunque también.
Qué bueno es quererse y cuánto cuesta a veces proclamarlo, pero nosotros lo hacemos. Y qué.
Reportaje gráfico: Ana López Senosiain, Bártel Frontera Sancho, Paco Sancho Crespo y Paula Sancho López.
1 comentario:
Esto es propaganda de Pacotto para ponernos los dientes largos. Todo mentira, lo he comprobado: ni existen esos supuestos "quintos", ni hay ninguna localidad llamada Zarautz, ni han tenido nunca lugar tales encuentros. Los octavos, dice. ¡Jo, jo, jo, me río yo!
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