lunes, 8 de marzo de 2010

Montar el pollo

El Diccionario de la Lengua Española ya tiene enmendada la entrada pollo para incluir, como quinta acepción, coloquialmente, lío, escándalo. Hasta ahora lo recoge solo como frase después de los significados y señalando que "montar el ~" es armar un escándalo. A mí me valen las dos definiciones, aunque no estoy del todo de acuerdo porque se puede montar un pollo sin necesidad de llegar al escándalo, pero bueno, me quedo con lo del lío y, si pudiera opinar, también me decantaría por el castizo follón. Lo digo porque a mí montar escándalos no me va, pero montar pollos... me gusta más que un ferrari sin alonso.

Sin salirme de mi facultad, el año pasado montamos el pollo al montar una gallina sobre la mesa del informativo 'Los altibajos del día', del Jacinton Post, en el plató de televisión. Y este año hemos montado otro pollo al meter un caballo hasta la cocina para rodar el lipdub (nótese que utilizo el plural mayestático como para diluir responsabilidades).

Y por supuesto que hay otras muchas formas de montar el pollo. Hace años, un amigo mío y que por entonces era presidente de una Cámara de Comercio hispana, me decía que en este país, y en lo que a oficios se refiere, reinaba el mecagüen la leche y me ponía un ejemplo: "Tú encargas una piscina para tu jardín, vienen los operarios de turno, toman y apuntan las medidas a palmos, excavan, traen la cubeta y, mecagüen la leche, no cabe por treinta centímetros". Pollo montado.

¿Será cierta la fama de nuestros operarios de ser, por decirlo suavemente, chapucerillos en sus cosas y especialistas en montar pollos? Si juzgan por lo que van a oír a continuación, va a ser que sí.







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