martes, 21 de diciembre de 2004

Entramos en Navidad

Voy a encender una vela para que alumbre el 2005, ahora que mañana no me ha tocado la lotería. Una buena amiga venezolana me escribe desde Caracas:
"No se salva nadie en esta época del año, pero es que es inevitable y aún más, es hasta pertinente y sicoprofiláctico darse unos golpecitos en el pecho, garrapatear unas cuantas promesas de año nuevo (la dieta, el cigarro, la mala vida, etc...) y hacer acopio de buenos deseos para las personas queridas.... De mí, una feliz navidad y cariños".

Pues tiene razón: ya es Navidad en El Corte Inglés, qué carajo. Momento de dar los besos que nos sobran y gastar lo que no tenemos en regalos que no quieren. ¿Amigos invisibles? ¡Joer, que den la cara de una vez!
Esta tarde, por motivos de curro, he estado en una empresa de impresión (o sea, que imprimen, no que sean impresionantes) donde tenían la pared acribillada de tarjetas de Navidad. Casi todas impresas, claro, y sin rúbrica. Más o menos ingeniosas. Y ellos estaban terminando de enviar las suyas: al listado habitual y obligado (enter y se acabó).
Así que Nath, mi querida amiga de mi otro querido país: di que sí, vamos a coger (¡perdón, agarrar!) al 2005 de frente y con ganas de lo mejor para todos los que queremos, especialmente para ese bombón llamado Sofía, que se merece crecer en una tierra firme. Y con los demás seamos educados y deseemos que Dios les conceda, como mínimo, el doble de lo que ellos nos desean a nosotros.

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